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Retos frente a la regulación de alquileres en Cataluña

Àlex Francés y Oscar Blanco (Monográfico OMAL, nº 2, febrero de 2021)

Miércoles 14 de abril de 2021

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En septiembre el Parlament de Catalunya aprobó, por primera vez en el Estado español, una ley que regula el precio de los alquileres. En resumen, la ley pone límites en el precio de los nuevos arrendamientos, prohibiendo las subidas y obligando a bajar el alquiler en algunos casos. Su aprobación fue posible gracias a la lucha del Sindicat de Llogateres de Catalunya y al apoyo de más de 4.000 organizaciones que evidenciaron un amplio consenso a favor de frenar la burbuja del alquiler.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. En un primer momento, la aparición del Sindicat de Llogateres fue capaz de poner sobre la mesa las diferentes problemáticas alrededor del alquiler (subidas de precios, inestabilidad, no renovaciones de contratos, cláusulas abusives, etc.). No obstante, lo más importante ha sido el desarrollo de una nueva metodología de organización y lucha, aprendiendo de experiencias como la PAH y el sindicalismo laboral. Una apuesta por una nueva organización inquilina que pudiera presionar a las instituciones para conseguir cambios legislativos al mismo tiempo que, desde el empoderamiento, la desobediencia y la autotutela de derechos, conseguía victorias concretas que estimularan la autoorganización.

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El Sindicat de Llogateres apostó desde el primer momento por construir una organización estable con afiliación. De esta manera, ha garantizado su independencia económica y algunas liberaciones que refuerzan el trabajo necesario para alcanzar nuestros objetivos. Al mismo tiempo, las más de 2.000 familias afiliadas son una primera base social para legitimar al Sindicat delante de políticos y caseros, en muchos casos grandes tenedores y fondos buitre, nada acostumbrados a un interlocutor colectivo.

Y es que plantarnos ante los arrendadores ha sido nuestra gran herramienta de lucha; organizar a las inquilinas y obligar a la propiedad a sentarse y negociar de forma colectiva nuevos contratos. Con el Sindicat muchas aprendimos que había más opciones aparte de aceptar subidas del alquiler o irnos de nuestra casa: si nos organizábamos y luchábamos de forma colectiva, podíamos seguir en nuestra casa sin abusos. Nunca se hubiera conseguido aprobar esta ley, si de facto, con nuestra acción sindical cotidiana, no hubiéramos estado ya parando las subidas, regulando los precios y frenando a los especuladores.

Por supuesto, esta ley no detiene nuestra lucha, aún tenemos muchos retos por delante. Hay que garantizar su implementación total, aún hay muchos propietarios que creen que las leyes son para los demás, pero que ellos se las pueden saltar. Estamos vigilantes para que la cumplan y en caso contrario que se apliquen las sanciones previstas en la ley. La organización inquilina tiene que llegar a las 61 ciudades catalanas con precios regulados. También hay que blindar la ley y hacerla extensiva al resto del Estado. El problema de los alquileres es un problema estructural que afecta a la mayoría de las ciudades y hay que pelear porque la regulación llegue a todas las inquilinas.

Desde el movimiento por el derecho a la vivienda no podemos conformarnos, tenemos que ir más allá de lo que marca la ley, debemos utilizarla como una herramienta para abrir una nueva etapa de bajadas de precio. Frenar las subidas es parar el golpe, pero no resuelve el desfase entre los ingresos de la clase trabajadora, aún más deteriorados con la nueva crisis, y los precios del alquiler. La ley debe ser una palanca para mejorar la correlación de fuerzas y avanzar en la desmercantilización.

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En este sentido, después de años de tácticas defensivas parando desahucios, evitando subidas abusivas, luchando por no ser expulsadas de nuestras casas... el movimiento por la vivienda en Cataluña puede ir a la ofensiva y conseguir rebajas en el precio del alquiler en aquellos casos en que el precio supere el valor máximo que marca el índice de precios de la Generalitat (aunque este refleje precios postburbuja). Es el momento de organizarse y renegociarlos (de forma colectiva) para que estos empiecen a bajar para adecuarse a la ley y empezar así a revertir el ciclo de subidas de los últimos años. Son los primeros pasos para conseguir que la vivienda sea un derecho y el rentismo deje de vivir de nuestro trabajo.

 


Àlex Francés y Oscar Blanco son activistas del Sindicat de Llogateres de Barcelona.

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Ver en línea : Monográfico OMAL, nº 2, febrero de 2021.


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