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Una historia de vecinas

María González Reyes

Lunes 25 de marzo de 2024

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Hemos estado de viaje por Euskadi con un grupo numeroso de adolescentes. A varios les llamó la atención una frase que estaba escrita en una pared justo a la salida del albergue en el que dormíamos. Ponía una frase que no entendían: “Euskal preso eta iheslariak etxera”. Preguntaron qué significaba. Les dijeron que la traducción era: “Presos y fugados vascos, a casa”.

Surgió una conversación sobre un pasado reciente que les sonaba lejano y ajeno. De esa frase surgieron varios temas relacionados. Hicieron preguntas. No conocían mucho.

Me vino a la cabeza una historia de hace unos años. Mi hermana vivía en un cuarto piso al que el ascensor no llegaba y tenías que subir caminando el último tramo de escaleras. Al lado de su puerta había otra donde vivían un hombre y una mujer mayores que ella. 4° interior derecha. 4° interior izquierda.

Se conocían de cruzarse en el portal. De compartir ascensor. De saludarse mientras abrían la puerta de sus casas. Tenían un trato amable.

Mi hermana pensaba que le gustaría que algún día surgiese una excusa para charlar un rato, sobre todo con él (le parecía que había algo recíproco en la apetencia de hablar en esos encuentros casuales en las escaleras). Pero no sucedió. Él enfermó y murió mientras ella estaba de vacaciones.

El día que volvió vio un cartel en el portal que anunciaba un velatorio que había sucedido unos pocos días atrás.

No cogió el ascensor para subir y, al llegar al cuarto, descubrió que alguien había dejado en el pomo de su puerta una bolsa verde con un libro dentro: Intxaurrondo, la sombra del nogal. Firmado por Ion Arretxe.

No le hizo falta bajar al buzón para comprobar el nombre. Ella supo al instante que el libro lo había escrito él.

Cuando me lo contó me dijo que entró en su casa, dejó la mochila por ahí tirada y se puso a leer (en el sofá naranja). No paró hasta que lo terminó. El libro contaba el testimonio en primera persona de cómo su vecino fue detenido por la Guardia Civil y torturado, con 21 años, en el cuartel de Intxaurrondo. El mismo lugar donde fueron torturadas muchas otras personas. El mismo día en el que detuvieron, entre otros, a Mikel Zabalza. Fue la madrugada del 26 de noviembre de 1985.

El libro cuenta, con palabras sencillas y directas al lugar donde cada cual aloja los sentimientos, el horror de la tortura entrelazado con párrafos en los que narra el relato de una época desde el cotidiano que él vivía. Su familia, sus amigos y amigas, la represión, las ganas de expresarse a gritos, la música, la heroína. Pasaron treinta años desde que sucedió hasta que escribió el libro.

Él quería que ella conociera su historia. Quizás pensó que si depositaba parte de su memoria también en ella, sería más fácil que no se olvidara lo que ocurrió en Intxaurrondo.

Quizás por eso, en el hospital, le pidió a su pareja que le regalase el libro a su vecina. A esa vecina con la que nunca habló más de las palabras recogidas en un saludo amable.

Ella acogió la invitación y ese libro lleva desde entonces circulando por muchas manos, entre ellas las mías.

El libro comienza diciendo: “El aitona Gonzalo decía que la sombra del nogal era tan mala porque enfriaba el alma, y también decía que quien dormía a la sombra de un nogal acabaría muriendo de pena”.

Intxaurrondo significa nogal.

Quizás el libro pueda seguir circulando ahora por las manos de algunas de las adolescentes que preguntaban con ganas de saber más. Quizás les ayude a comprender.

Ver en línea : El Salto, 24 de marzo de 2024.


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