OMAL

Memoria cosida

María González Reyes

Domingo 24 de abril de 2022

Estoy enfadada. Me parece que tengo razones suficientes para estarlo. Razones que ya eran de más hace tiempo. Estoy enfadada y escribo. Me gustaría que algo quedase, no el enfado en sí. Me gustaría que quedase el motivo del enfado, impregnado en algún lugar, para no olvidarlo. Me levanto y toco un libro. De poesía escrita como novela. Uno de mis preferidos. Ahí dejo la memoria. No dejo el enfado. Dejo el motivo del enfado. La memoria. Colocada sobre el lomo de esa novela. Y de paso le quito el polvo con la yema del dedo índice.

Odio la frase "es que él es así". La odio. Y últimamente la escuché varias veces. No te enfades, "es que él es así, tiene ese carácter, luego se le pasa". Luego... Se le pasa... ¿o será que lo deposita sobre mí? Su enfado digo, ese que yo no quiero dejar sobre el lomo del libro que es poesía escrita como novela y que comienza hablando de la lluvia.

Odio esa frase porque odio lo inmutable. Sobre todo si es algo que daña. Odio que lo que daña permanezca. Porque si permanece ya parece que el mundo es eso. Parece que "el mundo es así". Hombres que son así, mujeres que no saben dónde colocar su enfado. Y gente que calla. Silencio.

El silencio no me enfada. El silencio me da miedo. Porque me parece que el silencio ayuda al olvido, que es uno de los antónimos de memoria. Otro es amnesia. Que puede ser colectiva o individual. Sin duda la colectiva es mucho peor, sobre todo si hay alguien que individualmente conserva en la memoria algo que le hace daño y los demás permanecen en silencio. Que es otra manera de olvido, y de amnesia.

Solo varias voces juntas son capaces de generar una memoria capaz de transformar cosas. Igual que una ráfaga no puede nada contra las paredes. Pero muchas ráfagas juntas ya sí. Sobre todo si permanecen el tiempo suficiente.

La memoria se queda pegada a las cosas. Adherida. Enganchada. Fijada. Cosida. Sí, cosida. Sobre todo cosida. Por mujeres.


Ver en línea : Más relatos aquí >>