OMAL

Caravana Abriendo Fronteras 2021

Instantes de la caravana (VII)

María González Reyes

Lunes 26 de julio de 2021

I

Comienza la mañana en el campamento Las Raíces. Está nublado. Suenan las hojas alargadas de los eucaliptos. Suenan también las voces.

Va llegando más gente en autobuses. Parte de la manifestación comenzará desde aquí.

De día se ve más el polvo. Viento y polvo. Se ve también que, en una de las paredes cerca de la entrada al campamento, hay colgados dos mapas. En esa misma pared hay escritas muchas cosas. Una de ellas es la palabra Libertad.

Corros de gente hablando. Las nubes se mueven rápido porque el viento es ágil en este lugar. Se escucha un pájaro, uno de esos que tiene más libertad para atravesar fronteras que las personas.

Hay una furgoneta de antidisturbios. Todos los días hay policía. Pistola. Guantes. Porra. Chaleco antibalas.

Se empiezan a sacar y desplegar pancartas.

Sobre el tronco de un árbol talado un chico en cuclillas observa en calma la escena.

II

La manifestación comienza con gritos de Libertad, Libertad.

Dentro de la valla que rodea el campamento se ven tiendas blancas y sacos de dormir sobre las rejas. Se ven las tiendas y se ve el aeropuerto. Están casi pegados.

Migrar es un derecho, no un delito

Ayer emigramos, hoy deportamos.

Dicen que en el momento en el que hubo más personas en el campamento y fuera de él, las vecinas de la zona ayudaron. Cuenta que nadie pidió que los echaran de allí a otra zona de la isla.

La manifestación llega a la plaza repleta de ritmo: varios chicos de Las Raíces cogieron los tambores para que las consignas sonaran más vivas.

Los carteles y las pancartas se colocan sobre el césped para que sean visibles. Una dice “No soy un preso, tengo mis derechos” y otra “Nos amenazan con echarnos si contamos la verdad” y otra “No más cárcel”, “Deportar es torturar”.

Otra columna que salió de otro lugar llega también a la plaza.

Se arma el baile.

III

Una pancarta que dice “No más sueños ahogados” pasa justo al lado de una pintada en una pared “Me quiero salvar haciendo la revolución”.

IV

Mohamed habla en nombre de la comunidad marroquí de Las Raíces. Dice que hace diez meses que está en el campamento. No hay duchas, la comida no es buena. Quiere trabajar. Necesita ayuda.

Omar también dice lo mismo. Sudadera con capucha y gorra. Nos han quitado el derecho a la información. Estamos mentalmente agotados.

Abu dice que en esta ciudad hay muchas casas cerradas en las que no vive nadie y mucha gente sin casa. Hace falta amor y poder empatizar. Todas las personas sufren opresiones, si piensas en las que tú vives quizás te sea más fácil entender a estas personas.

En Europa no hay falta de recursos, hay falta de amor.

V

La lluvia empapa la plaza. La tarde es para hablar de las mujeres.

Frases colgadas para hacer talleres por grupos. Muchas frases que aprietan los pulmones y hacen difícil respirar.

Mujeres migrantes secuestradas y desaparecidas ¿Dónde están?

Pruebas de ADN: racismo institucional

Las violencias, los gobiernos y las fronteras nos silencian.

Trabajadoras de hogar y jornaleras de la fresa =esclavitud moderna

Patriarcado y capital, alianza colonial

No más cuchillas entre nuestras piernas

Esta última frase, aclaran las mujeres migrantes, se refiere a las cuchillas con las que se hace la mutilación genital pero, también, a las concertinas de las vallas.

Por grupos se habla sobre estas frases, que sirven para disparar ideas. Hay muchas ganas de hablar, debatir, pensar juntas.

La frase más repetida es ¿Dónde están todas las mujeres?

VI

Distintas mujeres van cogiendo el micrófono. La lluvia es tan persistente como las ganas de que esta tarde de mujeres no se acabe.

La migración tiene cara de mujer. Algunas con hijos otras sin ellos porque se los han quitado, el mar o las instituciones. Nací en República Dominicana y quiero decir que cada persona del planeta tiene derecho a caminar como lo hace el primer mundo. Ahora ya no tratan de engañarnos con espejitos, ahora son las multinacionales. Los derechos humanos no tuvieron en cuenta a la madre África.

Una mujer saharaui toma la palabra. Las mujeres migrantes están recluidas en casas de acogida, invisibilizadas. Son una mano de obra que sale muy barata.

Costó mucho saber dónde estaban las mujeres migrantes. Muchas estaban retenidas haciéndoles pruebas de ADN para verificar que los que decían que eran sus hijos e hijas lo eran de verdad. Se duda de todo lo que dicen. Imagínate que cuando una española viaja con su hijo a otro país se lo quitaran, a veces durante meses, para verificar que es su hijo biológico.

El tránsito por la condición de ser mujer, pobre y racializada hace que esté atravesado por todas las violencias.

No nos preocupan los techos de cristal sino las mujeres que limpian los cristales. Son las que sostienen al capitalismo gracias a su trabajo.

VII

La muerte está organizada. Hay un plan para asesinar a gente. A veces se juntan, casi todos son hombres, y firman leyes y acuerdos que determinan la vida o la muerte de quien quiere o tiene que salir de su país.

Lo hacen desde sus despachos, calientes o fríos, según la época del año. Siempre a la temperatura de confort perfecta.

VIII

Un poco de música y poesía. La lluvia cabezota no para. Pero es el turno de las personas testigos que trae la Carovane migranti de Italia.

Comienza Letty, que viene de México. La forma más genuina de saber que el mundo es bello es reconocer la diversidad. Como no queremos que se repitan las situaciones que se dan en nuestros países venimos a compartirles nuestras vivencias con las fronteras. Porque no queremos que se repita se lo contamos. La historia si no se sana se repite.

Rubén forma parte del movimiento migrante mesoamericano. Normalmente está en las rutas migratorias y no está acostumbrado a hablar delante de tanta gente. Aún así habla porque sabe que es importante contar.

Dice que hay cada vez más razones para migrar y que el cambio climático actualmente es una razón importante.

En la ruta migratoria mesoamericana se dan masacres y desapariciones y violaciones a diario. Por eso un grupo de madres comenzaron a juntarse hace más de una década para recorrer la misma ruta que hicieron sus hijos desaparecidos en busca de información. Se cuelgan una foto de su hija, de su hijo, también de las de otras mujeres, y caminan juntas buscándolos.

A veces, los familiares que buscan a algún desaparecido también son desaparecidos.

Don Lolo toma la palabra, dice que la muerte no tiene remedio pero cuando la sangre se derrama a veces nacen semillas, eso le pasó con la muerte de su hermano. Hace falta que la justicia florezca entre quienes la necesitamos. A mi hermano la muerte no le sorprendió en condiciones dignas. Tratamos de encontrar los restos de las personas desaparecidas porque los familiares tienen derecho a saber.

Y sigue Imed, de Túnez. Dos de sus sobrinos desaparecieron en 2011, desde entonces quieren saber la verdad. He comprendido que este sistema deja morir a la gente, por eso yo trato de informar para que la gente joven trate de abandonar la idea de emigrar hacia la muerte.

En el cementerio de Lampedusa solo hay números, no personas. Allí consiguieron repatriar dos cuerpos, eran los hijos de Jasmin, que con otras madres trabaja para volver a darles nombres de los muertos.

El horror de las rutas migratorias centroamericanas es igual al de las europeas. En la bestia, en el mar… Morir por querer encontrar la vida.

Jalila no ha podido venir, pero manda una carta. Dice muchas cosas. Dice que perdió a sus dos hijos. Dice que su recuerdo es suave e intenso. Dice que le duelen las fotos de familia en las que no aparecerán. Dice que todos los días trata de convertir este dolor en una lucha, contra las políticas migratorias que matan a nuestros hijos. Contra el silencio. Dice que decidieron hacer la “Manta de la memoria” porque sirve para construir memoria frente al olvido. Dice que la libertad de movimiento algún día será el derecho de todas las personas.

Hedi, Mahdi. Así se llaman sus hijos. Sus nombres están bordados en rojo en la Manta de la memoria, junto a los nombres de muchas otras personas. Una manta que quiere tejer una memoria común de resistencia contra el olvido. No solo recuerdan las vidas migrantes, las buscan, las denuncian.

Las madres son las guardianas de la memoria de lo que pasa en las fronteras. Es su forma de no rendirse a la violencia.

Layla, Jalila y otras muchas mujeres quieren verdad y justicia.

Migrar es un derecho. Pero hay otro derecho igual de importante, el derecho a no migrar, a poder quedarte en tu país.

La última persona en coger el micro es Lala. Os preguntaréis qué hace una mujer con tacones aquí hablando en un día de lluvia, dice. Yo me crie en un campo de refugiados y de pequeña ponía piedras en las chanclas para hacerme unos tacones. Soy mujer, migrante, refugiada, saharaui, abogada. Soy una migrante privilegiada, por eso llevo tacones. He tenido una infancia feliz a pesar de vivir en un campo de refugiados. Ahora sé que mis privilegios me colocan en una situación de responsabilidad respecto a los que no pudieron salir como yo. La alegría más bonita que yo he visto ha sido dentro de mi continente, en África. Trabajo para personas migrantes que llegan por vía marítima. Para los que tienen un pasaporte verde en vez de rojo, para los que tienen un pasaporte que no vale. Tenemos una responsabilidad ¿Qué hacemos entonces? Pues lo que estamos haciendo, juntarnos un día de lluvia, para visibilizar, denunciar. Juntarnos para construir algo diferente.


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