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Caja de resistencia antirracista, una herramienta creada por y para personas migrantes y racializadas

Caja de resistencia antirracista de Bilbao (Monográfico OMAL, nº 2, febrero de 2021)

Lunes 12 de abril de 2021

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La emergencia sanitaria ha recrudecido las desigualdades y opresiones históricas. No han cambiado, se han incrementado. En este contexto la caja de resistencia es una iniciativa que pusimos en marcha al llegarnos mensajes de hermanes que, debido al estado de alarma, carecían de alimentos, no podían pagar el alquiler, la luz, el agua, etc., o se habían quedado sin trabajo.

El único objetivo de esta iniciativa es el de poder apoyar, acompañar y dar support a hermanes migrantes, refugiades y racializades en Bilbao. Esto se consigue gracias a que la caja se ha convertido en un puente en el que en ambos extremos se cruzan cuerpos que estamos siendo o hemos sido atravesados por las mismas estructuras coloniales, racistas y patriarcales. Es una pequeña forma de sostener de manera temporal y urgente esta situación de emergencia. Ya que sabemos que las necesidades no han cambiado, pero las urgencias sí.

Desde el inicio convenimos en no representar a ningún colectivo, menos a ONG o instituciones asistencialistas. Somos 12 personas, negras, marrones, afro e indígena-descendientes, disidentes de la cis-hetero colonia y sobre todo antirracistas. Se trata de este modo de un apoyo creado por migrantes para migrantes, que se hace posible con apoyo mutuo, auto-organización, solidaridad y resistencia. Valores que ya asumíamos previamente, pero que la caja de resistencia ha convertido en práctica.

Contamos con una memoria histórica en la genética corporal, rescatamos y nos reapropiamos de formas que desde hace siglos resisten a una minoría dueña de los recursos, los derechos, los sistemas de supuesto bienestar, etc. Para nosotres, el antirracismo es feminista y comunitario, las personas que ponemos el cuerpo lo estamos viviendo así. Trabajamos sabiendo que somos disidencias corporales en este sistema racista. Y estamos aquí también para romper con ese binarismo tan feo que nos impone el patriarcado. En nosotres no se pueden separar esas intersecciones, por tanto, resistimos desde nuestros cuerpos género-disidentes negros o marrones.

Sí, precisamente parte del antirracismo también es eso, saber que nos sostenemos entre nosotres. Y dentro de este microcosmos, lo más político es poder organizarnos sin ningún tutelaje, representaciones ni institucionalizaciones blancas. Lo que hace que esto funcione es diferenciarnos del asistencialismo caritativo y confirmar nuestros procesos comunitarios y autogestionados, como una manera de agenciar todo lo que ha sido negado por la supremacía blanca y su sistema colonial.

Además, pretendemos romper con el ver, mirar y sentir hacia las personas racializadas como objeto de asistencia y no como sujetos. De esta forma enunciamos nuestra propia capacidad de auto-organización y de responder a necesidades urgentes que se agravan en esta situación. No siempre tenemos por qué estar en el lado de personas atendidas.

Ahí entra también la necesidad de la representatividad, y ver que en el puente, en los dos lados, hay personas con características similares. Así, quien se acerca a realizar una petición sabe que al otro lado hay una persona con una historia similar y que se trata de un espacio seguro.

Coincidimos también en el sentimiento comunitario, y por eso estamos en la búsqueda constante de nuevas formas de representación y de hacer. ¿Cómo se relacionaban y resistían nuestros antepasados? ¿Nuestras ancestras? ¿Lo traemos de vuelta? Recuperar esa visión, de forma natural, que ya está en nosotres.

Cuando empezamos pensábamos que íbamos a apoyar a muchas personas, y durante el proceso hemos puesto los pies (privilegios) en la tierra y hemos observado la propia capacidad de la caja. Esto es un aprendizaje: toda la burbuja onegeista que teníamos en nuestras cabezas (aprendida del sistema) ha ido desapareciendo a medida que hablábamos con las personas que acuden a la caja. Somos conscientes también de que no estamos solucionando unos problemas y vulnerabilidades que son estructurales, estamos realizando aportaciones económicas que cubren necesidades básicas y que no están tutorizadas por nadie.

Se trata de iniciativas de ahorro y apoyo que existen en muchas culturas e identidades y que habría que recuperar en esta metrópoli colonial en la que la blanquitud, el individualismo y la competitividad no dejan margen apenas a otras formas de sentir, ser y relacionarse.

La gestión de la caja pretende desactivarse, pero la caja en sí se queda como una herramienta del movimiento antirracista, aunque no tiene por qué ser necesariamente monetaria. El paso transversal es tejer un movimiento antirracista fuerte y acabar con una ley de extranjería que perpetúa estas injusticias y que es la principal generadora de desigualdad en nuestras comunidades. O en lo micro, intentar destruir el sistema colonial (nada más, risas malvadas).

 


Caja de resistencia antirracista de Bilbao.

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Ver en línea : Monográfico OMAL, nº 2, febrero de 2021.