OMAL

Grita fuerte

María González Reyes

Domingo 4 de octubre de 2020

Había vivido en once casas diferentes. De todas la que más le gustaba era aquel quinto sin ascensor. Por lo de poder mirar la ciudad desde arriba, aunque fuera solo un rato por la noche, antes de dormir. Le gustaba ver cómo se iban apagando las luces de las casas. Sí, le costaba mucho dormir.

Aquella noche era un poco diferente. Lo de no poderse dormir. Era diferente. Todavía sentía que las piernas le temblaban. El costado le dolía en cada respiración. Todo sucedió muy rápido. Primero la indignación de saber que habían confinado solo unos barrios. Esos barrios de la periferia donde están las once casas en las que ha vivido. A pesar de los datos. A pesar de las personas. Luego la rabia. Mucha rabia. Y la manifestación donde la policía, una vez más, a pesar de que no hubiera razones, a pesar de que lo que tenían delante eran personas. Otras personas. Comenzó a cargar sin control. Sin miramientos. Sin pensar que golpeaban cuerpos de otros seres humanos como ellos.

Le duele el costado al respirar.

Dos de sus amigos están detenidos.

Se le agolpa en el estómago la angustia cuando piensa en cuántas partes del cuerpo les dolerán a ellos cuando respiran.

Mañana han quedado para ir a la comisaría donde los tienen detenidos.

Gritarán desde fuera todo lo alto que puedan.

Para que les escuchen. Para que sepan que no están solos.


Ver en línea : Más relatos aquí >>