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División internacional del trabajo

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La división internacional del trabajo explica cómo cada país se inserta en la economía mundial y abarca a cuestiones tales como: quiénes son los países que suministran las materia primas, quiénes los que producen los bienes industriales más complejos, cómo se orientan las inversiones y los flujos comerciales internacionales, cuáles son las monedas aceptadas universalmente como instrumentos de pago. La respuesta a estas cuestiones define la jerarquía de los estados según criterios no estrictamente económicos, sino que integran relaciones de fuerza políticas y militares.

Cadenas mundiales de valor

Un rasgo característico de la globalización es la emergencia de cadenas mundiales de valor, en las que los intercambios no se limitan a los bienes finales sino que incluyen cada vez más a bienes intermedios de materias primas, energía, piezas y componentes y, en los últimos años, a los servicios, en un proceso favorecido por las tecnologías de la información, por un lado, y por la normativa liberalizadora impulsada por la Organización Mundial del Comercio, por otro. Esta realidad cuestiona la utilidad de los indicadores del comercio y de la INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA como instrumentos de medida de la globalización, por lo que la OCDE está impulsando las tablas de entradas y salidas de bienes para medirla. Estos bienes intermedios representan más de la mitad del comercio internacional.

Las empresas multinacionales realizan dos tercios del comercio mundial, de los que la mitad corresponde al comercio intrafirmas, entre la casa matriz y sus filiales. Estos intercambios en el interior de los grupos empresariales no responden a una lógica de mercado sino que se practican a “precios de transferencia” que tienen la ventaja de localizar los beneficios en aquellos territorios donde la imposición sobre los beneficios es menor. Las multinacionales localizan los diferentes segmentos de la producción en función de criterios tales como los costes laborales y la cualificación de la mano de obra, la disponibilidad y calidad de las infraestructuras, la proximidad de los mercados, etc., en un proceso de reestructuración permanente y cada vez más acelerado. Las DESLOCALIZACIONES serían su forma más visible, pero no forzosamente la más importante.

Globalización de la producción y del mercado de trabajo

La emergencia de China e India y la integración en el mercado mundial de las economías del Este de Europa ha aumentado enormemente la oferta mundial de mano de obra. De esta forma, el número de puestos de trabajo vinculados a la producción de bienes y servicios destinados al mercado mundial ha pasado de los 1.000 millones del inicio de los años ochenta del pasado siglo a una cifra superior a los 2.000 millones de comienzos de este siglo, habiéndose reducido la ratio entre el capital y el trabajo entre un 40% y un 45%. El peso de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en la economía mundial aumenta vertiginosamente: la contribución de Brasil, Rusia, India y China al PIB mundial se ha multiplicado por dos veces y media entre 1990 y 2010, desde el 7,5 % al 17,7%. Inversamente, los países avanzados realizaban en 2011 la mitad del comercio mundial de productos manufacturados, frente al 70% de veinte años antes. No obstante, los límites de este proceso se pueden apreciar porque, aunque en la actualidad el PIB mundial se reparte en dos mitades, una correspondiente a los países avanzados y la otra al resto, la primera abarca a un séptimo de la población mundial.

Relocalizaciones

La prolongación de la crisis iniciada en 2008 ha puesto en primer plano de los debates la desindustrialización de los países del Centro, Estados Unidos y Europa, haciendo su aparición el término insourcing —simétrico del outsourcing o SUBCONTRATACIÓN—, con el objetivo de traer —o devolver— las producciones a los territorios de los estados-nación, lo que en algunos países se han denominado “relocalizaciones” y que tendrían la virtualidad de reducir el desempleo y desacelerar el declive de las economías del centro. Este planteamiento ha venido unido a consideraciones de tipo geopolítico, es decir, de mantenimiento del poder de los estados.

Según un informe del Boston Consulting Group, a partir de 2015 será más ventajoso fabricar bienes en Estados Unidos que en China debido al incremento de los salarios chinos (18 % de media anual hasta 2015) —mientras que los costes salariales se estancan en EE.UU.—, los sobrecostes logísticos debidos a la producción en Asia y la mejora de la productividad en Estados Unidos. Estos motivos en la zona euro se ven contrarrestados por la sobrevaloración del euro y el estancamiento de la productividad del trabajo. El informe precisa que podría tener lugar una relocalización de entre el 10% y el 30% de la producción de siete sectores industriales. De hecho, algunas grandes multinacionales como Ford, NCR y Caterpillar han relocalizado una parte de su producción, estimándose una creación de entre 600.000 y un millón de empleos directos y entre 1,8 y 2,8 millones de indirectos en Estados Unidos. La presidencia de Obama ha impulsado el proceso relocalizador que previsiblemente irá acompañado de reducciones de impuestos a favor de las empresas que inviertan en Estados Unidos.

División internacional del trabajo y EMPRESAS TRANSNACIONALES

Las EMPRESAS TRANSNACIONALES desempeñan un papel fundamental en la globalización. Por ejemplo, el aumento de cuota global de mercado de China se ha debido en buena medida a las empresas de capitales extranjeros y a las uniones temporales de empresas (joint-ventures). Para las transnacionales la demanda doméstica interna es cada vez menos relevante, ya que una parte creciente de sus ventas y beneficios depende del mercado mundial. Vicenç Navarro ha recordado que mientras en 2001 el 32% de los ingresos de las 500 compañías estadounidenses más importantes procedían del extranjero, ese porcentaje se ha incrementado al 48% en el 2008, con lo que la ciudadanía deja de tener importancia para esas empresas, ya que la caída de su capacidad adquisitiva y, por lo tanto, de la demanda, está siendo sustituida por la proveniente de las “nuevas clases medias” de los países emergentes, en un contexto en el que los ingresos de la mayoría de los asalariados de los países avanzados quedan bloqueados o retroceden.

Alternativas a la actual división internacional del trabajo

Los imperativos de la lucha contra el calentamiento climático exigen acercar los lugares de producción a los de consumo, rompiendo con las cadenas internacionales que, además de laminar los derechos de los trabajadores y trabajadoras, dan lugar a enormes consumos de energía para el transporte a miles de kilómetros de los diversos elementos que forman parte de los bienes producidos. El caso de la fabricación de automóviles, en la que los componentes pueden provenir de quince o más países, es representativo de esta lógica. Como expone Coutrot, «es necesario reducir sustancialmente el comercio internacional de mercancías y favorecer una relocalización de las actividades», añadiendo que el libre comercio no es sostenible social, ecológica y democráticamente, por lo que —añade— «es necesaria una política cooperativa y multilateral de relocalización» que se oponga a las estrategias de localización de las empresas multinacionales. Es, sin embargo, discutible su propuesta de integración en el coste de los productos el coste medioambiental ligado a la producción de los gases de efecto invernadero mediante la instauración de una tasa kilométrica sobre las distancias recorridas por las mercancías, por cuanto que el “coste” medioambiental no es evaluable monetariamente y debe ser resuelto mediante regulaciones públicas de salvaguardia, en este caso internacionales.

Las luchas contra los procesos de desindustrialización que afectan a muchos países avanzados, para que sean progresivas, exigen el cuestionamiento de los componentes del neoliberalismo: hegemonía del capital y de las instituciones financieras, FINANCIARIZACIÓN y globalización. En otro caso, como acreditan los ejemplos alemán y estadounidense, minarán las conquistas populares de las últimas décadas, mientras que no contribuirán claramente a la restauración del empleo.

 


BIBLIOGRAFÍA:

  • COE, D.T. (2007): “Globalisation and Labour Markets: Policy Issues Arising from the Emergence of China and India”, OECD Social, Employment and Migration Working Papers, nº 63.
  • COUTROT, T. (2010): Jalons vers un monde possible, Bord de l’Eau, París.
  • DUMÉNIL, G. Y LÉVY, D. (2012): “¿Qué esconde el entusiasmo por las relocalizaciones?”, Le Monde Diplomatique, nº 198.
  • HUSSON, M. (2012): “Le néo-liberalisme, stade suprême”, Actuel Marx, nº 51.
  • HUSSON, M. (2012): Le capitalisme en 10 leçons, La Découverte, París.