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Un domingo cualquiera

María González Reyes

Domingo 4 de septiembre de 2022

Era domingo por la mañana. Un domingo vacío de cosas que hacer. Con una soledad demasiado abultada para una persona que parece tener todo lo necesario. Salió de su casa como se sale al patio del colegio, atropelladamente, con prisa, como tratando de decirse que había algo esperándola. El asfalto estaba limpio después de más de un día de lluvia insistente, pero nadie más que ella había salido a la calle. Miró lo más lejos que le permitían los edificios. Las palabras de la madre del chico al que tenía que defender en el juicio le rebotaban machaconamente en la cabeza. "No me pidas que le convenza para que firme que agredió a ese policía. No lo eduqué para mentir ni para rendirse ni para que deje su dignidad tirada por ahí en cualquier lado". Cuando acabó de hablar con ella pensó que esa mujer no tenía ni idea de la condena a la que se enfrentaba su hijo y que por eso decía esas cosas. Pero ahora cree que sí, que quizás hay personas que tienen claro que hay límites que no quieren pasar, aunque eso suponga perder un juicio. Respira hondo. Vuelve a mirar la calle y decide hacer algo que nunca se había atrevido a hacer, a pesar de sus ganas. Se quita las sandalias y comienza a caminar descalza por la ciudad.

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