No sé cómo lavarán la ropa las mujeres chinas o las que viven arriba de las montañas. La verdad es que no tengo ni idea, pero supongo que si hay algo que nos haga parecidas a las mujeres de China, a las de arriba de las montañas y a las que vivimos en pisos con ventanas minúsculas es eso, tener que buscar la manera de lavar la ropa y de secarla. Es verdad que tampoco es que la comparación sea muy buena, es obvio que en China habrá también mujeres que vivan en lugares con ventanas minúsculas. Seguro que tengo más cosas en común con ellas que con otras que están aquí más cerca, nos comprenderíamos bien con este problema de cómo conseguir secar la ropa cuando las ventanas son pequeñas. Las que viven arriba de las montañas por lo menos tienen más espacio, aunque tienen que lidiar con el problema del viento. Tengo entendido que arriba de las montañas hace mucho viento, así que tendrán que llenar cada prenda de ropa de un montón de pinzas para que no se les vuele nada. Aunque debe dar gusto tender la ropa al viento y poder gritar lo que te dé la gana. Gritar alto lo que sea y que se lo lleve el viento.

Si gritas por una ventana pequeña piensan que estás loca. Y a lo mejor no. A lo mejor es de contenta que gritas, o de placer, o de rabia, qué se yo, pero gritar no es de locas.

Supongo que has jugado alguna vez al juego ese de elegir, sí, ese que plantea dos opciones y tienes que decantarte por una. Da igual si las opciones son reales o no, aunque en general no suelen serlo. El juego consiste en elegir. Por ejemplo ¿preferirías que tu ropa se quede oliendo a humedad porque tu ventana es pequeña o tenderla al viento y que pierdas una prenda en cada colada porque las pinzas no sujetan lo suficiente?

Sé que yo no puedo elegir. Pero aun así decido jugar. Prefiero el viento a la ventana pequeña.