Artea, casas comunitarias
Sonia Nanclares y Nati Ovelleiro (Monográfico OMAL, nº 1, abril de 2020)
Domingo 12 de abril de 2020

La RED ARTEA - ARTEA SAREA inicia su andadura en 2016, cuando la mal llamada crisis de las personas refugiadas, provenientes en su inmensa mayoría de Siria, pero también de otros países con conflictos más o menos manifiestos, ocupaba amplios espacios en los medios de comunicación europeos.
Es en ese año cuando el Ayuntamiento de la localidad bizkaina de Artea (en la comarca de Arratia) hace pública la licitación de su antigua venta municipal. Un grupo de mujeres ligadas al trabajo agrícola y varias personas integradas en la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak, todas ellas defensoras de la soberanía alimentaria y de los derechos de las personas trabajadoras migrantes, ganan el concurso público para gestionar este espacio.
El plan inicial consistía en la apertura de un bar, una tienda con productos locales (muchos de ellos salidos de la propia cooperativa) y un restaurante -en la planta baja- y de un hostal rural -en la planta superior. Sin embargo, conscientes de la necesidad urgente de buscar una solución a las personas en tránsito, las integrantes de la cooperativa acaban convirtiendo el espacio arratiano en un lugar de acogida y solidaridad. Es así como se decide destinar la planta superior a albergar a las familias e individuos en tránsito más vulnerables.
Tranquilidad
La preocupación fundamental de las promotoras del espacio en sus inicios es transmitir a sus acogidas la serenidad que perdieron hace meses o tal vez años, desde que huyeron de sus países para escapar de los conflictos, las amenazas o la persecución de que eran objeto. Se trata de generar un entorno suficientemente distendido como para permitir una reflexión pausada y una toma de decisiones sin ningún tipo de presión. Y, por supuesto, en muchos casos, de descansar, tanto física como psicológicamente.
El proyecto se convierte pronto en un referente para ONGS como Harribide, CEAR o Cáritas, con quienes se establece una estrecha colaboración para la recepción de personas en situación de especial vulnerabilidad. Poco a poco va ganando consistencia.
Sin embargo, no tardan en apreciarse las serias dificultades que algunas de las personas allí acogidas van a atravesar para lograr el amparo que buscan. Es el caso de quienes, por el motivo que sea, no han logrado entrar en el programa de asilo de CEAR y se ven arrojados a situaciones de irregularidad sobrevenida. Para atenderlos, la RED ARTEA - ARTEA SAREA abre una segunda vivienda (alquilada a un particular) destinada a largas estancias. La labor del colectivo gana, por tanto, complejidad, más si se tiene en cuenta que éste es un proyecto económicamente autogestionado que no depende de las ayudas institucionales (aunque, por supuesto, ha recibido y recibe ayudas de algunas ONGs y de particulares).
El espacio crece
A mediados de 2018, el espacio físico vuelve a quedarse pequeño. Por fortuna, y gracias a la cesión de una particular, la red puede contar con nuevos equipamientos en un caserío del municipio, caserío que en estos momentos se disfruta en régimen de alquiler solidario por un precio simbólico. Finalmente, otra vivienda más (ésta en alquiler libre) ha venido a completar la oferta de RED ARTEA - ARTEA SAREA. De manera que estaríamos hablando ya -sólo en Artea- de cuatro viviendas de acogida en pleno funcionamiento en las que se dan cita actualmente entre 100 y 130 personas de diversas nacionalidades (Argelia, Palestina, Kurdistán, Marruecos, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Colombia, Ucrania, Georgia, Gambia, Senegal y Mongolia). Tres de ellas, recién nacidas.
Como decimos, son varias ya las familias que han decidido abandonar el tránsito e instalarse en el valle. Para paliar sus dificultades de acceso al mundo laboral, encontrar una vía real de sostenimiento de sus economías y que tanto las acogidas como los habitantes del valle se sientan integrados en un mismo proyecto común. Con este objetivo, RED ARTEA - ARTEA SAREA ha adquirido seis hectáreas de terreno para destinarlos al trabajo de un huerto ecológico y a la cría de animales de granja, un proyecto auto sostenible que iniciará su andadura en breve.
El modelo de acogida de Artea ha servido de ejemplo para otros municipios bizkaínos que han decidido ponerlo en práctica: Lemoa, Zornotza y Gallarta son los lugares a los que se ha “exportado” la idea. En cada una de estas localidades se cuenta ya con dos viviendas (cedidas o en alquiler) en las que se albergan a unas 120 personas.
Las tres claves
En RED ARTEA - ARTEA SAREA se explica a todas las personas recién llegadas cuáles son las 3 columnas vitales que sostienen el proyecto:
1) ERES INDEPENDIENTE: El trauma psicológico que supone la pérdida de referentes (familia, hogar, entorno) y el deterioro (tanto físico como mental) que comporta la odisea del trayecto son factores que afectan gravemente a estas personas. En el proyecto se intenta servir de apoyo para que recuperen el dominio sobre sus propias vidas y su futuro. Ayudar sí, pero dejando claro que las decisiones finales deben encajar dentro de la voluntad y el proyecto vital de cada cual. Tú eres el sujeto político de tu vida.
2) SOLIDARIDAD RECÍPROCA Y MULTIDIRECCIONAL: en Artea no se practica la caridad. Este es un proyecto solidario que exige de todos sus participantes una respuesta igualmente solidaria. Las personas que se acercan a él tendrán cubiertas sus necesidades asistenciales más básicas y encontrarán el apoyo necesario para volver a ponerse en pie. Pero se les pedirá que devuelvan ese apoyo de forma solidaria -en el presente o en el futuro- de la forma que les sea posible. La vigilancia de las más pequeñas o el acompañamiento a las personas enfermas son algunos ejemplos de la forma en que se espera que se revierta esa solidaridad. Con ello se espera que estas personas vivan un proceso de transformación personal a través de la colaboración entre semejantes.
3) CADENA DE AFECTOS Y CONFIANZA: El espacio de Artea es comunitario. No es de nadie y es de todos. Se trata de crear una única comunidad en la que todas las partes estén bien integradas. Es por eso por lo que se ha optado por hacer de él un espacio abierto en el que no haya llaves ni límites. Pero sí una norma solidaria: hacer un uso racional de los recursos. Son tuyos pero también de los demás.
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