Negocios inclusivos

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Conseguir que la pobreza y las personas pobres se conviertan en un nuevo nicho de mercado. Ése es el objetivo de los denominados “negocios inclusivos”, un novedoso modelo empresarial con el que las corporaciones transnacionales pretenden incorporar a la economía de mercado a las dos terceras partes de la población mundial que están fuera de la sociedad de consumo. Así, para poder convertir a las personas que viven en “la base de la pirámide” en sus clientes, las grandes compañías han diseñado una gama de técnicas, productos y servicios empresariales y, al mismo tiempo, han logrado incorporar su modelo de “capitalismo inclusivo” como base de la nueva agenda de la cooperación internacional.

Bajo el concepto de negocios inclusivos se engloban todos aquellos modelos empresariales que lo que pretenden es convertir a las personas más pobres en consumidores de las grandes corporaciones. Las facultades de economía y los centros de pensamiento neoliberales que han desarrollado este nuevo esquema de negocio sostienen que se trata de «iniciativas económicamente rentables, y ambiental y socialmente responsables, que utilizan los mecanismos del mercado para mejorar la calidad de vida de las personas de bajos ingresos». Y partiendo de esta definición, efectivamente, pueden enunciarse las principales características de estos negocios inclusivos: son proyectos de una gran rentabilidad para las EMPRESAS TRANSNACIONALES, ya que les permiten acceder a novedosos nichos de mercado; constituyen una vía para concretar la retórica de la RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA en beneficios tangibles para las grandes compañías; sirven para incorporar a los sectores más desfavorecidos a la sociedad de consumo y el mercado globales. Que con ello se contribuya a una mejora de la calidad de vida de las personas pobres, sin embargo, resulta muy discutible, al menos si entendemos el desarrollo no como la mera acumulación de objetos y productos de consumo sino, por el contrario, como el mantenimiento de las condiciones que hacen posible una vida digna.

La base de la pirámide, un nuevo nicho de mercado

Las EMPRESAS TRANSNACIONALES, que durante décadas se han dedicado a la venta de productos y servicios a las clases medias y altas de los países centrales, han visto que —para contrarrestar la caída de las tasas de ganancia en Europa y EE.UU., más aún en estos tiempos de recesión— necesitan incrementar sus volúmenes de negocio en los países periféricos para así poder continuar con su lógica de acumulación constante y de incremento continuo de sus beneficios. Por eso, están poniendo muchos esfuerzos para controlar el inmenso mercado que conforman los dos tercios de la humanidad que no son “clase consumidora”: «Nos dimos cuenta de que había miles de millones de pobres en el mundo y no estaban en nuestro foco», dice el presidente de la Fundación BBVA para las Microfinanzas. «Los pobres están fuera del sistema y nosotros les ayudamos a entrar en él», añade este directivo de la segunda mayor entidad financiera española, que ha elaborado un plan estratégico para la “bancarización” del 60% de la población de América Latina que no domicilia sus nóminas, carece de tarjetas de crédito y no tiene hipotecas, préstamos ni seguros.

De este modo, los programas de negocios inclusivos tienen como objetivo llegar a los entre 4.000 y 5.000 millones de personas que hoy viven con un promedio de menos de cinco dólares diarios y forman lo que se ha dado en llamar la base de la pirámide. Así, estos modelos de negocio se diseñan con el fin de crear necesidades a las personas pobres a través de estrategias de mercado, para aumentar su productividad y facilitar su entrada a la economía formal. Lo que se pretende, al fin y al cabo, es incluirlos en el mercado «buscando soluciones en forma de productos nuevos y de nuevos modelos de negocios que pueden proporcionar bienes y servicios a precios razonables», dice un estudio patrocinado por el World Resources Institute y la Corporación Financiera Internacional. En esta línea, se espera que los pobres aprendan los fundamentos de la cultura empresarial y se conviertan tanto en “emprendedores” como en consumidores directos e indirectos de los productos y servicios que son controlados por las EMPRESAS TRANSNACIONALES. Y no hace falta ir muy lejos para entender la motivación de este reenfoque empresarial: «El punto de inicio de este argumento no es la pobreza de la base de la pirámide. Por el contrario, es el hecho de que gran parte de la población de la base de la pirámide no se encuentra integrada a la economía de mercado global y no se beneficia de ella», leemos en el citado informe.

Las teorías empresariales que pretenden hacer de la pobreza un gran negocio tienen su origen en la publicación hace una década de La fortuna en la base de la pirámide, el libro que pronto se convertiría en una referencia obligada para todas las corporaciones interesadas en desarrollar estrategias para penetrar en un nicho de mercado que, hasta ese momento, había sido considerado poco rentable por las grandes compañías. Su autor, el profesor de economía C.K. Prahalad, proponía que «los pobres deben convertirse en consumidores activos, informados y participantes» y que «el compromiso activo de las empresas privadas con la base de la pirámide es un elemento esencial para la creación de un capitalismo incluyente en la medida en que la competencia del SECTOR PRIVADO por dicho mercado fomenta la atención hacia los pobres como consumidores y crea opciones para ellos». La tesis fundamental de quien llegó a convertirse en el gurú neoliberal más influyente de los últimos tiempos era que, para salir de su situación de pobreza, esos miles de millones de personas habrían de integrar todas sus actividades bajo la lógica del mercado.

Más recientemente, con el fin de evitar las críticas a un modelo que en un principio sólo tenía en cuenta a las personas pobres en tanto que consumidoras potenciales, las empresas han ampliado la idea de los negocios inclusivos para tener en cuenta a los pobres también como productores, proveedores, contratistas y “socios estratégicos”. Aparece, de esta manera, toda una batería de técnicas, actividades, productos y servicios ideados para transformar a lo que el Banco Mundial denomina «los siguientes 4.000 millones» en clientes de las grandes corporaciones. Estas iniciativas abarcan desde el fomento de las microfinanzas para incorporar al sistema financiero a los sectores más desfavorecidos —la llamada “inclusión financiera”— a la extensión de la cobertura del servicio eléctrico en zonas rurales a cargo de las multinacionales energéticas, pasando por la comercialización de productos en comunidades con bajos ingresos, la creación de infraestructuras para favorecer la integración comercial, la puesta en marcha de sistemas de prepago para abonar las tarifas del agua y la energía, la utilización de teléfonos móviles para efectuar transacciones comerciales y financieras... En cuanto a su finalidad, ¿tratan de atender a objetivos de desarrollo o es una mera cuestión de rentabilidad empresarial? «El microcrédito no deja de ser a largo plazo una oportunidad de negocio y un mercado de futuro», responde —a modo de ejemplo de cómo los objetivos de beneficio priman sobre cualquier otra consideración— el director de Responsabilidad y Reputación Corporativas del BBVA.

Rentabilizar la pobreza

«Ya es hora de que las corporaciones multinacionales miren sus estrategias de globalización a través de las nuevas gafas del ‘capitalismo inclusivo’», escribían hace diez años Prahalad y Hart, ya que así «las compañías con los recursos y la persistencia para competir en la base de la pirámide económica mundial tendrán como recompensa crecimiento, beneficios y una incalculable contribución a la humanidad». Y es que, cómo no podía ser de otra manera, las principales beneficiarias de este esquema de negocio son las grandes corporaciones, que lograrían de esta forma acceder al «mercado más estimulante y de más rápido crecimiento del mundo». Según los cálculos de la mayor plataforma empresarial del mundo, el Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), «sólo en recursos naturales, sanidad y educación, la magnitud de estas oportunidades de negocio se cifra en torno a 0,5 y 1,5 billones de dólares al año en 2020, cifra que aumentará a entre 3 y 10 billones al año en 2050 a precios actuales». El agua, la sanidad, la educación, el transporte, los SERVICIOS PÚBLICOS, los BIENES COMUNES y, en definitiva, cualquier actividad humana que todavía no haya sido mercantilizada, pasan a ser consideradas por el capitalismo como fuentes de «innovadoras soluciones de mercado».

La justificación para poner en marcha todo este esquema de negocios dirigido a los sectores más empobrecidos de la población es que será la solución definitiva para caminar hacia la sostenibilidad y la lucha contra la pobreza. Pero, mientras no hay duda de que las grandes empresas están logrando un extraordinario incremento de los beneficios anuales con el auge de todos estos negocios inclusivos, su contribución real al desarrollo y al bienestar de las personas es una cuestión muy discutible que, hasta la fecha, y yendo más allá de los estudios encargados por las propias multinacionales, no ha logrado demostrarse. En realidad, en la era de la pobreza 2.0 no se está tratando de atajar las causas estructurales que promueven las desigualdades sociales, sino más bien de gestionar y rentabilizar la pobreza de acuerdo a los criterios de mercado.

 


BIBLIOGRAFÍA:

  • LARIÚ, A.I. Y STRANDBERG, L. (2009): Negocios inclusivos: creando valor para las empresas y para la población de bajos ingresos, Cuaderno nº 9, Cátedra La Caixa de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo.
  • MÁRQUEZ, P.; REFICCO, E. Y BERGER, G. (eds.) (2010): Negocios inclusivo: iniciativas de mercado con los pobres de Iberoamérica, Social Enterprise Knowledge Network y Banco Interamericano de Desarrollo.
  • PRAHALAD, C.K. (2005): La fortuna en la base de la pirámide: Cómo crear una vida digna y aumentar las opciones mediante el mercado, Granica, Barcelona.
  • PRAHALAD, C.K. Y HART, S.L. (2002): “The fortune at the bottom of the pyramid”, Strategy and Business, nº 26.
  • ROMERO, M. Y RAMIRO, P. (2012): Pobreza 2.0. Empresas, estados y ONGD ante la privatización de la cooperación al desarrollo, Icaria, Barcelona.
  • WBCSD (2010): Visión 2050. Una nueva agenda para las empresas, Fundación Entorno.