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La explotación la pintan Calvo

David Bollero

Lunes 10 de diciembre de 2012

Recientemente se celebró la Cumbre Iberoamericana en Cádiz, dónde tanto el rey de España como nuestro presidente del Gobierno invitaron a los Estados del otro lado del charco a invertir y crear en sus países una seguridad jurídica que garantice las inversiones de empresas españolas. Gusta eso de presumir de empresas bandera en ultramar, de ejemplos empresariales, historias de éxito y demás. En Radio Exterior, de RNE, incluso, se ha creado un programa llamado Marca España para hacer propaganda de este tipo. Sin embargo, hay que andar con ojo con estos ejemplos, pues muchos de ellos no acostumbran a ser tan brillantes, como ya se encargó de desvelar Greenpeace en 2009 con su informe Los nuevos conquistadores.

Pongamos por caso el Grupo Calvo, la conservera gallega, y su planta de producción de El Salvador. Cuando llegó en 2003, se afincó en el departamento de La Unión, una de las zonas más deprimidas del país. El entonces vicepresidente de la República de El Salvador, Carlos Quintanilla Schmidt, no dudaba en afirmar poco antes que Calvo iba “a revivir La Unión”. En agradecimiento, hicieron cónsul honorario al patriarca del clan Calvo, José Luis Calvo Pumpido, no les digo más.

El problema es que llegar a una zona tan deprimida ofrece un campo muy fértil para la explotación laboral. Si tienen en encuenta que en las plantas de Carballo, en Galicia, en 2006 se pagaba la mano de obra a seis euros la hora mientras que en Italia a más de 20, imaginen las condiciones que cabía esperar en El Salvador. En 2010 se publicó, de hecho, un informe muy revelador a cargo del Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM) y los hallazgos no llamaban al optimismo.

En su trabajo de campo, CEICOM encontró que en la planta de Calvo la mayor parte de las empleadas (de los 1.500 trabajadores, casi todo eran mujeres de entre 19 y 35 años) apenas conocían sus derechos laborales, ni siquiera los días de vacaciones que les correspondían por ley. La discriminación salarial entre hombres y mujeres era insultante, con casos en los que una mujer cobraba 115 dólares mensuales mientras que un hombre, por la misma labor, 98 dólares quincenales. En cuanto a la jornada, existían dos turnos de 10 y 9 horas: desde las 6:30 a las 16:30 horas y el turno nocturno de 18:00 a 03:00 horas, sin que se pagaran nunca las horas extras, que eran práctica habitual.

Este informe recoge maltrato verbal a las empleadas o presiones para entregar el trabajo extra llegando, incluso, a condicionar el transporte de regreso a casa a la finalización de esta tarea (muchas de las trabajadores viven en zonas muy alejadas de la planta de producción). En cuanto a la seguridad laboral, CEICOM denuncia intoxicaciones, fugas de gases, trabajadoras sin guantes, presiones para regresar al trabajo sin esperar a que hayan sanado las heridas al limpiar el pescado…

Con este panorama, no sorprende que las trabajadoras decidieran organizarse en sindicatos. Así lo hicieron en 2007 pero, entonces, llegaron las amenazas, los despidos, la intimidación dentro de la fábrica con personal de seguridad armado. Desde la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA) se llegó a denunciar, incluso, que algunos dirigentes sindicalistas eran obligados a pasar por el polígrafo. Al parecer, la política de despidos no daba buena imagen y, entonces, Calvo optó por crear su propio sindicato encubierto al que, por supuesto, obligaba a afiliarse a todos los empleados nuevos. Así lo expone el Centro de Estudios y Apoyo Laboral (CEAL).

El año pasado se produjeron nuevos disturbios, protestas porque a pesar de los mejores resultados de su historia en 2010 (sus beneficios netos crecieron un 80% superando los 27 millones de euros), eliminó un bono social que recibían las trabajadoras desde hacía años. Las empleadas protestaron pacificamente y a cambio recibieron un día sin paga, amenazas e, incluso, alguna agresión física. No les voy a contar más, prefiero dejarles con el vídeo, que por contenido y calidad de producción es más que suficiente para que se hagan una idea de la situación en La Unión.

El cambio social por el que apuesto infinidad de ocasiones desde este blog también pasa por estas cuestiones, por valorar en su justa medida los que nos venden como ejemplos, como modelos y, en realidad, es posible que no lo sean. El silencio de Calvo, desde luego, no juega a su favor. Recapaciten en ello, que no tengamos que esperar a que Tosar haga una película que nos llegue al corazón para tomar conciencia de ello. Este simple vídeo de YouTube es más que suficiente.

Ver en línea : Público, 28 de noviembre de 2012.


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