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Alternativas como estrategia ante la política del miedo

Júlia Martí Comas y Juliana Martínez (La Marea, 9 de octubre de 2019)

Miércoles 9 de octubre de 2019

El libro “Repensar la economía desde lo popular. Aprendizajes colectivos desde América Latina” analiza experiencias que aúnan horizontes revolucionarios con resistencias cotidianas.

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En estos tiempos en los que la frustración política vuelve a ganar terreno, en los que se cierran las esperanzas abiertas por procesos de cambio que se han quedado en el camino de la transformación y en los que la política del miedo y la muerte gana espacio, es más importante que nunca evitar sucumbir al “no hay alternativa”.

El neoliberalismo se ha reinventado con viejas y nuevas formas. La dictadura de los mercados sigue imponiéndose pero, ahora, con un autoritarismo reforzado y una crisis social, de cuidados y ecológica que favorece las salidas ecofascistas y la profundización del extractivismo, la violencia y las expulsiones. Además –mientras cada vez más personas intentan sobrevivir a las consecuencias del ajuste, el imperialismo y los desastres climáticos–, la crisis ecológica nos plantea un horizonte “sin futuro” y la importancia de actuar con urgencia.

En este contexto, y a pesar del viento en contra, una diversidad de pueblos, comunidades y movimientos sociales sigue empeñada en la construcción de alternativas; impulsando procesos desde abajo, que, adaptados a cada contexto, prefiguran, construyen e implementan otras formas de organizar la producción y la reproducción de la vida desde la cotidianeidad, la radicalidad, la inclusividad y la democracia.

Se trata de procesos resilientes a los cambios políticos y económicos, que con mayor o menor apoyo institucional, enfrentan a los mercados y a las empresas transnacionales desde parámetros alternativos, tratando de descentrar la hegemonía del capital en favor de la vida y el bien común. Son alternativas que, además, no se contentan con mantenerse en los márgenes del sistema, sino que aspiran a ganar espacios y posicionarse en todas las escalas.

Con el objetivo de visibilizar estas alternativas y compartir aprendizajes que puedan reforzarlas, un grupo de activistas y académicas de América Latina y Euskal Herria acabamos de publicar el libro Repensar la economía desde lo popular. Aprendizajes colectivos desde América Latina. Las experiencias analizadas –que recorren los campamentos del movimiento sin tierra de Brasil, las comunas venezolanas, las empresas recuperadas y organizaciones de economía popular de Argentina y las cooperativas cubanas– demuestran la potencia de aunar horizontes revolucionarios con resistencias cotidianas. Es decir, la capacidad de dibujar economías alternativas al mismo tiempo que hacen frente al despojo y la precariedad y generan posibilidades de trabajo y vida digna para sus comunidades.

De esta manera consiguen sobrevivir en un contexto en el que, a la crisis económica, la volatilidad de precios y las dificultades para acceder a crédito, se le suman las dificultades políticas; especialmente en Brasil y Argentina, donde los cambios de gobierno han puesto en peligro las conquistas conseguidas, al mismo tiempo que se han multiplicado las trabas para los proyectos que empiezan de nuevo. En este escenario, la capacidad de supervivencia de los proyectos alternativos nos lleva a afirmar que –frente al despojo y la pérdida de derechos– la economía popular, las cooperativas, la recuperación de empresas o la ocupación de tierras se convierten en vías para acceder a condiciones de vida dignas.

Estas organizaciones desarrollan otras claves de resiliencia y capacidad de transformación. En primer lugar, la destreza de transitar entre la utilización de los marcos legales y la desobediencia a estos según el momento y el contexto. Así, las comunas venezolanas o las cooperativas cubanas demuestran que los marcos políticos pueden impulsar las alternativas, pero que, en cualquier caso, los procesos de organización popular autónoma son imprescindibles para empujar las políticas públicas y las regulaciones y hasta superarlas cuando es necesario.

Al mismo tiempo, las empresas recuperadas y los asentamientos, en Argentina y Brasil, demuestran cómo aprovechar las brechas legales y desobedecer leyes injustas. Concretamente las Empresas Recuperadas en Argentina son un buen ejemplo de cómo combinar diferentes estrategias en la disputa con el Estado y con el mercado para la creación de otras economías. Ya que van desde la ocupación de fábricas y la autogestión de la producción hasta los procesos judiciales para conseguir el reconocimiento legal. Además, a pesar del contexto de hostilidad por parte del gobierno y el poder judicial, el número de empresas recuperadas sigue creciendo después de casi dos décadas, lo que las mantiene como una alternativa imprescindible para defender el empleo en esta nueva fase de la ofensiva neoliberal.

En segundo lugar, la voluntad de democratizar las prácticas de gestión, así como la formación política y los procesos de educación popular. Entendiendo la necesidad de “tomar conciencia”, desaprender las formas de trabajo capitalista y fortalecer la comunidad, generando espacios de ocio y trabajando el compromiso colectivo. El Movimiento Sin Tierra de Brasil es un buen ejemplo de ello, ya que la formación política ocupa un lugar central en todas sus acciones. Además, entienden la propia experiencia como un elemento clave para la formación, consideran que enfrentar las necesidades de forma colectiva, así como crear y trabajar de forma cooperativa y construir nuevas formas de relación con la tierra son procesos a través de los que se aprende a reproducir la vida de otra manera.

Al mismo tiempo, estas organizaciones se replantean los modelos de liderazgo, reconociendo la importancia de contar con líderes y lideresas “de servicio”, que puedan dar ejemplo y se caractericen por la honestidad, el compromiso y la capacidad de generar dinámicas de trabajo en equipo; así como la importancia de construir liderazgos colectivos. En la misma línea, la experiencia de las Comunas muestra la capacidad de aunar órganos representativos con órganos de participación directa, es decir, la posibilidad de establecer un modelo socio-político que facilite la participación y la conciencia socio-política de las vecinas y vecinos de un territorio.

Por último, el objetivo de conseguir la sostenibilidad de los proyectos en un sentido amplio, es decir, conseguir una sostenibilidad productiva, humana, económica y con el entorno. En este sentido, vemos cómo, en los proyectos en los que el enfoque comunitario está muy presente –como en las organizaciones de la economía popular argentinas–, las prácticas cotidianas tensionan la división entre lo productivo y lo reproductivo, así como la división sexual del trabajo, además de producir dinámicas desmonetarizadas. Sin embargo, construir una mirada integral hacia lo productivo y lo reproductivo, lo colectivo y lo individual sigue siendo un reto; por ello se plantea la necesidad de seguir trabajando para politizar lo cotidiano, para llevar los procesos de transformación más allá de las cooperativas y transformar la comunidad desde una visión integral.

En un contexto de crisis civilizatoria como el que enfrentamos, esperamos que el ejemplo de estos procesos sirva para mostrar que, más allá de las recetas cerradas, las claves para entender la supervivencia de los proyectos alternativos se encuentran en sus prácticas diarias, en la capacidad de enfrentar los contextos adversos, generar estrategias de cooperación entre luchas y adaptarse sin perder el horizonte con el que empezaron. Estos procesos por sí solos no cambiarán el mundo, pero sin duda muestran el camino hacia otras economías posibles y necesarias.

 


Júlia Martí Comas es investigadora del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) y Juliana Hernández forma parte de El llano en llamas (Córdoba, Argentina) y del grupo de investigación Amerika Latina Parte Hartuz.


Ver en línea : La Marea, 9 de octubre de 2019.