OMAL

El arroyo

María González Reyes

Domingo 7 de enero de 2018

Vio el arroyo seco. Estuvo ahí mucho rato mirándolo. Pensó en el agua fría en sus manos cuando lavaba la ropa (de otros que no eran ella). En el agua fresca en todo su cuerpo cuando se bañaba, junto a su amiga Sara, en los veranos hasta que se tuvo que hacer mayor. Pensó en las carreras de palos flotando en las primaveras copiosas, en los pies remojados desde la orilla y en el día aquel donde decidió no casarse con un hombre, aunque todos dijeran que eso confirmaba que le gustaban las mujeres. El arroyo estaba seco, por primera vez. Ya no había agua para lavar, ni para bañarse, ni para echar carreras de palos flotando.

Pensó que si no has disfrutado del agua del arroyo luego no echas de menos que ya no esté. Entonces fue a la escuela y encontró a una maestra que entendió lo que le contaba. Las clases de ciencias naturales comenzaron a darse fuera de las aulas.


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