OMAL

“Es tiempo de arriesgar en propuestas, el silencio está matando a la gente”

Intervención de Juan Hernández (OMAL) en los Cursos de Verano de la UPV/EHU (4 de julio de 2016)

Lunes 11 de julio de 2016

“Se habla poco del incumplimiento normativo del Derecho Internacional y de las causas de la crisis de refugiados”. Así ha comenzado su intervención Juan Hernández Zubizarreta, profesor del Departamento de Derecho de la Universidad de País Vasco, en el curso «Refugiados: ¿Humanos sin derechos?» organizado en los Cursos de Verano de la UPV/EHU junto con el Parlamento Vasco.

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Juan Hernández, miembro del Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional, Hegoa, ha iniciado su ponencia sobre “el sometimiento de los derechos humanos a la lógica del capital” añadiendo que “hay mucha gente que no quiere venir, sino que tiene que venir y que además no puede volver a sus casas porque están destrozadas, sus tierras tienen problemas medioambientales, porque vienen de la pobreza y violencia, y no pueden volver”. La respuesta que se le está dando a esta situación es “desplazarlos a campos de concentración y fronteras desplazadas para invisibilizarlos”.

Antes de comenzar a profundizar en el tema, ha recordado la Conferencia de Evian del año 1938, subrayando la posibilidad que podrían haber tenido los judíos de salir de la persecución que estaban sufriendo en Alemania, si los países Europeos, si Estados Unidos hubiesen reaccionado de una manera diferente a la que reaccionaron. Juan Hernández ha mencionado este ejemplo porque los argumentos que justificaron el hecho son parecidos a los que los gobiernos e instituciones utilizan ahora sobre la crisis de refugiados: “crisis económica, falta de infraestructuras, falta de centros de acogida y hostilidad de la opinión pública”. Por ello, ha pedido que “no ocurra que los monumentos que se hicieron al holocausto se repitan y se hagan monumentos a los refugiados asesinados y que todavía sus cuerpos flotan en el mediterráneo”.

El primer concepto sobre el que ha reflexionado ha sido la arquitectura de la impunidad que “actúa como un instrumento de control, de dominación de pueblos, de personas y que golpea fuertemente contra la naturaleza y el medio ambiente”. Es una cadena que está construida sobre múltiples eslabones y que tienen en común una cuestión: “esos eslabones protegen los derechos del capital y de las grandes corporaciones con una normativa imperativa en el ámbito global”. Esto significa que en estos momentos hay una feudalización de la norma jurídica y una crisis brutal de los sistemas clásicos y de los ordenamientos jurídicos liberales.

Esto se resume en que instituciones que nacieron para desarrollar cuestiones técnicas, se han convertido en los ejes centrales en la toma de decisiones de la mayoría del planeta. “Las decisiones que toma el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, los bancos regionales y en su momento la Troika, son decisiones que afectan a una campesina de Gana, de Elorrio, de Latinoamérica o de Dinamarca, y le afectan de una manera directa, mucho más que las decisiones de los parlamentos que en estos momentos sufren una crisis legislativa”.

La crisis de legitimidad de las instituciones afecta a los refugiados, las decisiones económicas que se toman en ellas y el desplazamiento del poder judicial, lo que lleva a una “asimetría y descompensación normativa respecto a la protección de los inmigrantes, que es el eje central en el que caminamos en estos momentos”.

Además, ha mencionado la otra parte de la arquitectura de la impunidad, que consiste en analizar las corporaciones trasnacionales. Es importante observar “qué control sobre los derechos humanos existe en las políticas comerciales y en el papel de las grandes trasnacionales por los gobiernos de origen o gobierno matriz”. Hay diplomacia comercial, apoyo económico, apoyo gubernamental, apoyo financiero directo, incluso se crean marcas que dan blindaje al trabajo de estas trasnacionales. Pero, “se parte de un mito neoliberal y es que la trasnacional genera empleo y genera riqueza; es un mito. Los responsables políticos deben evaluar y colocar los derechos humanos en el control de las corporaciones trasnacionales porque es un elemento de fondo para hablar de refugio”. Es decir, para hablar de refugio hay que hablar del control de las trasnacionales, de tratados de comercio que se firman y del papel de las inversiones. “Evaluar, medir, saber cuánto invierten, cuánto pagan en paraísos fiscales, en impuestos, en creación de empleo. Hay que medirlo, lo que implica un control del gobierno matriz sobre los grandes cuerpos trasnacionales”.

El sistema capitalista ha sido otra de las ideas que ha mencionado Juan Hernández, cuyos principios son “la mercantilización de la vida, todo se puede vender y comprar y la propiedad ilimitada sin ningún tipo de control. Es difícil de entender que haya personas que acumulen tal cantidad de dinero; hay un sistema económico que permite esa acumulación ilimitada de dinero. Además, cuanta más acumulación de riqueza, más formas de pobreza”.

El capitalismo, desde los años 70, ha sufrido procesos de acumulación, ya que es un sistema que ha funcionado siempre por mecanismos de desposesión. “El capitalismo ha suprimido bienes comunes, derecho de propiedad individual frente al colectivo, transformación de fuerza de trabajo en mercancías, supresión de formas de producción y consumo alternativo, procesos coloniales y neocoloniales”.

El capitalismo se encuentra en una situación difícil que a su vez está creando “el fenómeno de trabajador pobre, pensionistas pobres y además, está creando otro grupo de personas excluidas”. Además, Juan Hernández ha subrayado el fenómeno de “expulsión por desposesión a causa de las corporaciones trasnacionales, lo que provoca la salida de la gente de sus tierras; es decir, inmigrantes que tienen que salir de sus casas”. Por consiguiente, al echarles de sus tierras, hay cantidad de gente desplazada que tiene que buscarse la vida para salir adelante, porque “el sistema capitalista los considera no útiles; es decir, les estamos dejando morir, porque vale más la tierra, es más útil el recurso natural que las personas”.

Sin embargo, Juan Hernández es consciente de la solidaridad que existe por parte de la sociedad civil. “La sociedad civil vasca, la europea… estamos reaccionando y estamos diciendo que esto no es posible”. La sociedad sabe que son necesarios cambios de paradigma y estratégicos, cambios que reflejen que los derechos humanos están por encima de las inversiones. Además, la sociedad civil sabe responder a cuestiones y situaciones concretas: “tenemos propuestas concretas para lo que está ocurriendo en la frontera sur de Ceuta, tenemos propuestas concretas a lo que está ocurriendo en el mediterráneo, pero no se nos escucha”.

La solidaridad y la compasión son la expresión de que nos importa lo que está ocurriendo al otro. La solidaridad tiene que unir prácticas humanitarias y prácticas de denuncia y reivindicación. Pero también la sociedad cree en una “solidaridad de denuncia, de exigir a las instituciones que reaccionen porque parece que solo reaccionan con presión”.

Juan Hernández ha concluido su intervención recordando que “la situación es dura, el silencio es lo que está matando a la gente. Por ello, debemos abordar propuestas que permitan parar el drama coyuntural y podamos avanzar hacia cambios estratégicos”. Además, ha añadido que “el poder quiere invisibilizar a las víctimas, sacar las fronteras para que no las veamos. Y además, es hora de hacer ver que los derechos humanos van por encima del comercio y las inversiones”.


Ver en línea : Cursos de Verano de la UPV/EHU, 4 de julio de 2016.