OMAL

Ana la pastora

Domingo 7 de junio de 2015

Fue pastora de verdad. En su pueblo que, con el tiempo, acabó convertido en un barrio del extrarradio de una gran ciudad.

Guardaba su cuaderno en el fondo del carro de la compra. Cada tarde, de lunes a jueves, cogía el carro y salía de casa. Caminaba recto por la vereda izquierda y torcía por la segunda bocacalle. Pasaba de largo la tienda de Rodrigo y el mercado y llegaba al centro comunitario donde la esperaban sus compañeras. Entonces, sacaba el cuaderno y se entregaba con delicadeza a la tarea de aprender a leer y escribir.

Siempre lo guardaba en el fondo del carro. Sabía que su marido nunca lo encontraría en ese lugar.

El día de la excursión a la sierra apareció en zapatillas de andar por casa y una bata como abrigo. “Hoy él se levantó de mal humor”, dijo, “pero yo no quería perderme el viaje”. Y subió. A pesar de la nieve. Que por algo era pastora y por algo había conseguido el día libre para irse de excursión.


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