Café con churros
María González Reyes
Domingo 23 de junio de 2019
Me gusta el olor a jabón cuando te lavas las manos. Sobre todo si es en una de esas cafeterías llenas de mujeres tomando café con churros por las tardes. Es un olor artificial, a manzana o a melocotón. Se te va rápido de las manos pero mientras te las lavas te llega el olor intenso. Me gustan esas cafeterías por las tardes. Llenas de mujeres, jubiladas del empleo remunerado en algunos casos. Merendando. Encuentros informales donde quedan entre ellas para hablar del cotidiano. Del día a día. De la lista de la compra. Del cuidado de los nietos. Del último libro que están leyendo (muchas aprovechan para intercambiar las últimas lecturas). Del carro de la compra que ya no pueden llenar tanto porque el mismo peso de antes ahora se hace difícil de arrastrar. Hablan. Toman café. Meriendan. Buscan su espacio. Espacio entre mujeres. Que no se jubilan de cuidar. Que a veces están cansadas. Que a veces no se sienten valoradas. Que no pueden dejar nunca de cocinar, de escuchar, de organizar.
Mujeres que lavan sus manos con jabón con olor artificial a manzana o melocotón.
Mujeres que no pueden parar porque si se paran ellas se para el mundo.
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