Reencuentro

María González Reyes

Domingo 20 de noviembre de 2016

Diez años después tenía la misma facilidad para narrar historias, acompañaba a las palabras con los mismos movimientos de las manos y seguía siendo capaz de abrazar sin prisa. Solo los ojos se habían curvado un poco más después de tantos años mirando. Desde que se fue de la ciudad había aprendido cosas que, en sus casi veinte años como profesor de lengua y literatura, nunca pensó que fueran tan importantes. Nos contó que vivía en una casa en el monte sin valla que lo separase del bosque, con gallinas, huerto y placas solares. Con un aljibe para recoger el agua de la lluvia y muchos árboles.

En invierno será duro vivir allí, comentó Paloma.

Pues ahora ya no tanto, dijo con ese gesto que hacía tanto que no veíamos, en los primeros años la nieve te cubría casi por el culo y salir de casa era una verdadera lucha contra el frío. Ahora ya no. Aquí en la ciudad no lo veis, pero creedme si os digo que la naturaleza se está volviendo loca con un cambio de temperatura tan brusco. Creedme si os digo que, aunque aquí en la ciudad no lo parezca, este cambio de temperatura nos va a afectar de manera drástica, como lo está haciendo con el resto de seres vivos.

Horas después salimos a la calle donde los coches, ajenos a nuestra conversación, se movían veloces de un lado a otro.

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