Riqueza

María González Reyes

Domingo 22 de mayo de 2016

Estoy contenta y llueve. Lo digo porque la lluvia parece estar siempre acompañada de una molesta melancolía y quería dejar claro que no es este el caso. Es cierto que un momento como el de ahora fácilmente podría desencadenar en una tristeza pasajera, pero eso no sería culpa de la lluvia.

A veces me imagino siendo otra cosa, no sé, pienso en ser camarera en una cafetería tranquila o incluso dejo que se me vaya la pinza y me imagino trabajando de periodista o en cualquier otro oficio de los que tienen un horario digno y un salario que te permite vivir. Yo estudié, me esforcé un montón por pagarme la carrera y me dejé las narices para conseguir hacer el máster. Me mezclé con otros que nacieron en otro escalafón social y hasta me creí que formaba parte de ese grupo. Ahora ya sé que no. Ahí sólo caben unos pocos porque nos necesitan a muchas para poder mantener sus privilegios. Durante un tiempo si me preguntaban: ¿A qué te dedicas? Yo decía: Trabajo haciendo de todo en un hotel, pero soy periodista. Ahora ya no, directamente digo que soy limpiadora o camarera o recepcionista. En realidad no miento, soy todo eso a la vez. Me duelen las manos y ya no escribo. Yo llevaba siempre un cuaderno pequeño para anotar cosas. Ahora ya no. Me parece como si todo volviera siempre al mismo punto y no me gusta escribir sobre cosas tristes. Mira, la tristeza otra vez y la lluvia que sigue sin tener la culpa de nada. Porque yo sé quiénes son los culpables, los que cuando te levantas te devuelven a la casilla de salida y te dicen: Que quede claro que nadie es pobre por casualidad, tú te quedas abajo para que yo pueda estar arriba.

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