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Abengoa: el que la hace es el que menos la paga

Loreto Moreno

Miércoles 30 de diciembre de 2015

Cuando Abengoa decidió crear el Campus Palmas Altas en Sevilla, lo mostró al mundo como la forma ideal de compaginar trabajo y respeto por la vida personal. De ahí a llamar a este campus Palmatraz solo han pasado unos años. Una mezcla entre cortijo andaluz y gran hermano orwelliano, donde entre muchas vejaciones, la validez del trabajador se medía en función de las horas trabajadas, en vez de por sus resultados. Un informe asociaba cada trabajador a un color del semáforo. Rojo significaba que no echabas suficientes horas extra (gratis): o cambiabas o a la calle.

Probablemente hubiera más intención intimidatoria y ejemplificadora en esta historia, pero la realidad es que durante meses se establecieron turnos de guardia para poder repartir entre los trabajadores las horas de más, utilizando incluso la solidaridad entre compañeros como argumento para conseguirlo. De hecho el objetivo era el contrario: que los trabajadores se vigilasen entre sí y se indujesen a salir cada vez más tarde.

Hablo en pasado porque ahora ya no importa. Lo de menos son las horas, o la obligación de comer allí la comida que sirve el catering, previo pago, o no poder coger vacaciones en navidad. Lo de menos es que lo supiese toda Sevilla, la Junta, los sindicatos, los inspectores de trabajo, los auditores y que no se haya hecho nada durante años. Lo de más, desgraciadamente, es cobrar la paga extra o la nómina del mes que viene.

Estos ejemplos de cómo el sufrimiento de la plantilla durante años no han servido para nada me lleva a la pregunta: ¿por qué? Y me hago además esta pregunta con la desagradable intuición de que el consejo de administración de Abengoa sabía desde hace mucho que éste sería el desenlace.

Cuando cada cierto tiempo ocurre algo similar, como la caída de Enron, Fannie Mae o ahora la de Abengoa, vuelve a quedar claro que hay intereses mucho más allá de llevar a la empresa al éxito y resultados que se esperan. La propia estrategia empresarial ha sido casi una estafa piramidal, donde mientras más se endeudaba mejor parecía que funcionaba.

No voy a entrar en si se debe o no aumentar los controles y regulaciones del mercado, pero lo que tengo claro es que aquí el que la hace es el que menos la paga.

Felipe Benjumea potenció durante años las estrechas relaciones con el poder político (Abengoa está llena de puertas giratorias empezando por su actual presidente). También con el poder mediático (hay verdaderos fans entre la prensa sevillana) y hasta religioso (la relación con la orden de los jesuitas es muy estrecha), lo que le ha generado enormes beneficios y le convierte en un intocable más. Ha arruinado la empresa que su padre fundó, está provocando la ruina de cientos de pymes por los impagos, se avecinan despidos masivos; pero él ha cobrado 11 millones de euros por echarse a un lado mientras el barco está en llamas. Y no pasará nada.

Pero y ¿por qué? Porque en el momento en el que consigues que tu empresa tenga una deuda tan grande, que todo lo que la rodea puede estallar en pedazos, Papá Estado siempre llega al rescate. Porque se van a ir a su casa podridos de dinero y no van a pagar por la ruina que han provocado, sino que de una forma u otra lo pagaremos entre todos. El semáforo sólo será de color rojo.


Loreto Moreno, afectada por Abengoa.

Ver en línea : Diagonal, 30 de noviembre de 2015.


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