El caso de la petrolera Chevron, que contaminó más de dos millones de hectáreas de tierra, ríos y acuíferos en la Amazonía ecuatoriana entre 1964 y 1992 es el claro ejemplo que demuestra la impunidad de la que gozan mundialmente las transnacionales, opina Beatriz Plaza, investigadora del Observatorio de Multinacionales en América Latina.

El jueves 21 de mayo se celebró el día internacional #AntiChevron, una jornada de denuncia contra los desastres ocasionados por las transnacionales extractivas en todo el mundo. La especial atención a Chevron se debe a las magnitudes del caso y para evitar que vuelva a ocurrir, según explica Plaza a Sputnik Nóvosti.

«El desastre ocasionado por la petrolera Texaco, actualmente Chevron Corporation, en el oriente de la Amazonía ecuatoriana ha llegado a ser conocido como el ’Chernóbil de la Amazonía’ por el alcance del desastre ecológico, sin embargo, la compañía todavía no ha pagado por lo ocurrido», explica la investigadora.

La Corte Suprema ecuatoriana, en una sentencia histórica, confirmó tras 20 años de litigios la condena a la petrolera una sanción de más de 9.500 millones de dólares por los daños medioambientales que ha ocasionado en la región, sin embargo, el pueblo ecuatoriano todavía no ha recibido nada.

«Este es un caso que muestra claramente la arquitectura de impunidad de la que actualmente gozan las transnacionales a nivel de legislación internacional», denuncia la Plaza a esta agencia.

Según la investigadora, este caso reúne varias claves de esa impunidad, entre ellas las diferentes estrategias utilizadas por la petrolera para evitar responsabilizarse por el daño ocasionado.

Además, según Plaza, lo ocurrido también demuestra el poder de una trasnacional para evitar el cumplimiento de una sentencia, a través de mecanismos como es el lobby gracias a su capacidad económica para llevarlo adelante a costa del desgaste de las personas afectadas.