De fregonas y grises
María González Reyes
Domingo 8 de febrero de 2015
Era el año 2001 y ellos un grupo de chavales que participaba en una manifestación por la democracia que terminó con jaleo. La policía, opaca y tenaz, decidió perseguir a los adolescentes por las calles de la ciudad. El grupo unido huyó hacia sus lugares cotidianos y acabó entrando a refugiarse en su instituto, para sorpresa de las cinco mujeres que limpiaban los restos de tierra y papeles que cada día se acumulaban en los suelos de las aulas. Los policías les siguieron hasta la puerta, donde Concha se había colocado con su fregona.
No pueden pasar, les dijo sujetando el palo con ambas manos, acabo de terminar de fregar el suelo y no quiero que me lo ensucien.
Muchas horas después los chavales salieron del instituto camino a casa, entendiendo que hay muchas maneras de rebelarse contra el orden establecido. Desde entonces, antes de entrar a cualquier lugar se limpian cuidadosamente los pies en el felpudo. Quizás Concha acaba de terminar de fregar.
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