Vértigo

María González Reyes

Jueves 22 de enero de 2015

Espera tras la puerta después de caminar descalza por toda la casa. Deja la taza ya vacía de café en el suelo. Junto a la ventana. No sacó casi nada, total tampoco tiene dónde llevarlo. Qué rápido pasa el tiempo. Desde que dejó de pagar la hipoteca hasta ese momento es como si las semanas se hubieran ido pisando unas a otras, solo se daba cuenta del paso de los días al mover las hojas del calendario que tenía colgado en la cocina. No está triste ni asustada. Se toca el brazo para ver si sigue sintiendo algo. Mira el reloj. Todavía es pronto. Se asoma a la ventana y ve un grupo de gente en la puerta del edificio. Le llama la atención porque no son vecinos y, al fijarse mejor, se da cuenta de que está la chica de la plataforma con la que habló el otro día. En ese momento mira hacia arriba y la saluda con una sonrisa. Después todo pasa muy rápido, llegan más personas, casi todas desconocidas, también algunas vecinas de su planta. Se colocan en la entrada del edificio y por las escaleras hasta la puerta de su casa, en el primero. Cuando llegan los que traen la orden de desahucio no pueden entrar y marcan números en sus teléfonos y llega la policía y hay forcejeos y no pueden llegar hasta su casa y ellos se van y ella se queda. No pueden llegar.

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