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El humor negro de George Kell, director del Pacto Mundial

Alejandro Teitelbaum

Lunes 22 de septiembre de 2014

El pasado 28 de agosto, Interpress Service (IPS) publicó en su red electrónica un artículo de George Kell, Director Ejecutivo del Pacto Mundial (Global Compact) de Naciones Unidas, con el título “El futuro depende del pacto mundial entre las empresas y la sociedad”, donde comenzaba escribiendo: “¿Podemos imaginar el día en que una masa crítica de empresas invierta en un mundo mejor? ¿En que apueste al valor a largo plazo, no solo en términos económicos, sino también sociales, ambientales y éticos? Hace más de una década era difícil de imaginar, pero ahora podemos decir con confianza que está en marcha un movimiento mundial”.

Después el artículo continuaba con una verdadera oda a las grandes empresas, destinadas, según el autor, a salvar a la humanidad de todos los males.

Cualquiera que lea los diarios o mire la televisión, puede enterarse de las guerras, matanzas, epidemias, desplazamientos masivos de población, catástrofes ecológicas, carencias extremas que sufre una buena parte de la población mundial, una brecha cada vez mayor entre una ínfima minoría de los más ricos y la enorme multitud de los más pobres, etc., situaciones en buena parte causadas por el afán de lucro ilimitado del gran capital, que cuenta con la complicidad del liderazgo político mundial.

Francamente no, no podemos imaginarnos lo que se imagina el señor Kell, porque no tenemos la imaginación de dicho señor, digna del Barón de Münchhausen, el famoso fabulador. ¿Le crecerá la nariz al señor Kell, como a Pinocho, cada vez que habla o escribe?

A menos que se haya propuesto escribir una sátira de humor negro al estilo de Jonathan Swift con su “Modesta proposición”.

Si por el contrario con su artículo Kell ha querido persuadir a los lectores (dicho de otra manera: manipular sus mentes) acerca del carácter humanitario y benefactor del poder económico transnacional, creemos que no ha estado a la altura de tan ambicioso objetivo. Le falta formación. Por eso le recomendamos que siga algún curso, por ejemplo en el Laboratorio de Tecnología Persuasiva que funciona en la Universidad de Stanford, California.

Pero no cabe duda que George Kell es un fundamentalista –un ayatollah- del libre mercado.

En 2004 escribía en el prólogo a un documento de una organización llamada SustainAbility titulado “La ONG del Siglo XXI, en el mercado por el cambio”: “Además, se hace necesario, dada la supremacía de las demandas en los mercados, que los agentes sociales se pongan al día en los fundamentos del mercado actual con el fin de alcanzar sus objetivos. El Pacto Mundial es un experimento ambicioso de colaboración de múltiples grupos de interés dirigido a incorporar los principios universales sobre derechos humanos, trabajo y medio ambiente a los mercados globales”.

Refiriéndonos al Pacto Mundial escribíamos hace algunos años:

….”Esta alianza entre la ONU y grandes sociedades transnacionales crea una peligrosa confusión entre una institución política pública internacional como la ONU, que según la Carta representa a “los pueblos de las Naciones Unidas...” y un grupo de entidades representativas de los intereses privados de una elite económica internacional. Dicha alianza va pues, en sentido exactamente opuesto al necesario proceso de democratización de las Naciones Unidas. La presencia de algunas ONGs, así tengan una gran reputación internacional, no cambia el contenido profundamente antidemocrático y contrario a la Carta de las Naciones Unidas del Global Compact.

…”El Gobal Compact fue anunciado en 1998 por el Secretario General de la ONU en un informe destinado a la Asamblea General titulado “La capacidad empresarial y la privatización como medios de promover el crecimiento económico y el desarrollo sostenible”(A/52/428).

El Secretario General decía en ese informe que... « la desregulación...se ha convertido en la consigna para las reformas de los gobiernos en todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo » (párr. 50 del Informe) y propugnaba la venta de las empresas públicas confiando... « la propiedad y la gestión a inversionistas que tengan la experiencia y la capacidad necesarias para mejorar el rendimiento, aunque ello suponga algunas veces vender los activos a compradores extranjeros » (párr. 29). Al comienzo del mismo párrafo se pronunciaba contra la « amplia distribución del capital de las empresas privatizadas », es decir contra la participación de los pequeños ahorristas. La propuesta era clara: todas las grandes empresas rentables deben estar monopolizadas por el gran capital transnacional.

Es un intento de legitimación de la política practicada a escala mundial de malvender las empresas públicas rentables (a veces mediante procedimientos francamente corruptos) para privatizar las ganancias y socializar las pérdidas”.

Con el transcurso del tiempo ha quedado claramente en evidencia que el Pacto Mundial es un mero instrumento de las grandes sociedades trasnacionales. A esta altura cabe preguntarse si el Pacto Mundial es una sucursal de las sociedades transnacionales en la Secretaría General de las Naciones Unidas o ésta es - a través del Pacto Mundial- es una sucursal de las sociedades transnacionales en las Naciones Unidas.

La acción letal del poder económico transnacional en todos los órdenes intenta vanamente disimularse -entre muchos otros medios ideológicos, culturales y propagandísticos- bajo el manto (cada vez más agujereado) del Pacto Mundial, cuyo Director Ejecutivo es candidato al Premio Pinocho del desarrollo sostenible, que se otorga a quienes más se destacan en la recuperación de la idea del desarrollo sostenible para fines radicalmente opuestos.

Ver en línea : América Latina en Movimiento, 8 de septiembre de 2014.


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