Dos balcones

María González Reyes

Jueves 17 de julio de 2014

Miraba por el pequeño balcón. Aún cuando hacía frío, salía y apoyaba el peso de su cuerpo sobre el único hueco que dejaban las plantas en la barandilla negra. De hierro. Así llegó a conocer mejor a los vecinos del portal de enfrente que a los del suyo. Así se dio cuenta de que ella estaba enferma.

Por eso comenzó a cruzar la estrecha calle cada día para llamar a su puerta con la excusa, primero, de llevarle la prensa.

Y, así, se dio cuenta de que ella estaba vieja y enferma y que, aunque vivía sola, no vivía en soledad. Emma le hacía la compra y le ayudaba con la comida. Paco subía cada noche con su hijo pequeño para que ella le deseara felices sueños. Jorge y Cristian la buscaban por el patio interior para contarle qué tal el día.

Las flores que tenía repartidas por toda la casa las cuidaba ella.

Cuando murió toda la comunidad la acompañó. Él la recordaba cada día al leer las noticias internacionales en el periódico.

 

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