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Dinero público, cooperación privada: tres casos de estudio

Elisa Pintado Maroto (Pueblos, nº 59, noviembre 2013)

Miércoles 18 de diciembre de 2013

Las empresas siempre han participado del sistema de cooperación. En un principio, fundamentalmente, como proveedoras de bienes y servicios de distintos proyectos, tanto de la cooperación gubernamental como de las ONGD. Sin embargo, es en la ayuda oficial al desarrollo en la que nos vamos a centrar, por dos motivos: se utilizan fondos públicos y su orientación es muy sensible a las directrices políticas y gubernamentales. Estas dos características hacen que esta cooperación deba tratarse de manera especialmente escrupulosa, mucho más cuando se está relacionando con entidades privadas con ánimo de lucro.

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El caso español es paradigmático puesto que el inicio de la cooperación oficial comienza de la mano de la creación del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD), en una etapa todavía preconstitucional. Dicho fondo fue creado con una visión utilitarista en la que la promoción e internacionalización de las empresas españolas jugaba un papel central. Esa visión se mantuvo durante muchos años e incluso a día de hoy quedan muchos restos en la normativa de cooperación. Ya en los noventa, los objetivos económicos nacionales fueron diluyéndose aparentemente a raíz de la intervención del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y los objetivos solidarios, al menos teóricamente, empezaron a ser más importantes.

Si damos un salto en el tiempo, nos encontramos con la llamada Marca España. Esto es particularmente interesante porque desde ahí se impulsa de manera específica la cooperación al desarrollo y, más concretamente, la cooperación desde el sector privado empresarial para mejorar la imagen del país y, sobre todo, la imagen de las empresas españolas: “La Marca España se ha nutrido históricamente de los éxitos de sus empresas en el ámbito internacional. Su participación en la cooperación española imprime garantía de calidad en las acciones, a la vez que incide positivamente en la imagen de las empresas como actores comprometidos con el desarrollo internacional social y económico” [1]. Resulta asombrosa esta manera de quitarse la careta y argumentar directamente que la participación de las empresas en cooperación no es por su valor añadido a la hora de crear tejido económico (el eslogan que se repite como un mantra en toda la normativa de cooperación vigente), sino que es para mejorar la reputación de las empresas españolas porque, al mejorar su imagen, aumentan sus éxitos y, por lo tanto, los de todos los españoles.

En la cooperación central y de manera paulatina en la descentralizada, las empresas están siendo reconocidas como agentes de cooperación. Esto implica la capacidad de proyectar y gestionar acciones de desarrollo y de poder participar en las convocatorias públicas de cooperación. Se está intentando privatizar la cooperación al desarrollo para que la gestionen entidades con ánimo de lucro, siguiendo la misma línea de privatizaciones impulsadas en los últimos años desde los distintos gobiernos en todos los campos de las políticas públicas. Es una cuestión ideológica. Lo que resulta especialmente lamentable es que se dedique tanto esfuerzo desde la administración, creando reglamentos, legislación y normativas para que las empresas se introduzcan de cabeza en la cooperación (en el IV Plan Director se llega a decir que “no es posible dar respuesta a los más acuciantes problemas sociales y ambientales sin contar con el sector privado empresarial”) cuando la realidad es que éstas no parecen estar especialmente interesadas en gestionar proyectos de cooperación, al menos no a la manera tradicional de convocatoria-subvención. No obstante, han aceptado otras modalidades de colaboración con las administraciones en cuestiones de cooperación al desarrollo (como por ejemplo las alianzas público-privadas) y con un enorme porcentaje de ONGD españolas (con quienes colaboran como financiadores y a través de campañas).

Por este interés de introducir a las empresas en la cooperación gubernamental española se han ido creando en las últimas décadas distintos instrumentos. Algunos ya están desaparecidos, como los créditos FAD y el Fondo de Concesión de Microcréditos (FCM), ahora bajo el paraguas del FONPRODE, mediante los cuales se transfirieron millones y millones de euros a muchas empresas españolas. Pero las compañías que utilizaban dichos instrumentos no actuaban como agentes de cooperación. Sin embargo, la Convocatoria Abierta y Permanente (CAP) y su línea temática de empresas, los convenios, las alianzas público-privadas para el desarrollo, o, incluso, las subvenciones generales para ONGD, sí que han sido y siguen siendo instrumentos utilizados por las empresas para obtener fondos públicos para llevar a cabo proyectos de cooperación.

Los últimos datos oficiales de los que disponemos de la cooperación oficial al desarrollo son los que se han presentado desde el Ministerio de Asuntos Exteriores para el año 2011. En lo que respecta a la financiación con fondos públicos de proyectos de empresas privadas, los casos que podemos encontrar son en general pocos con respecto a lo que cabría esperar debido a la trascendencia que se les quiere dar. La mayoría de empresas que reciben dinero para estos proyectos, con los presupuestos de cooperación, son empresas de gestión cultural o consultoras. Es casi anecdótico encontrar a las grandes multinacionales, como tales, recibiendo dinero público a través de convocatorias para realizar acciones de cooperación, aunque hay que remarcar que sí las encontramos mediante otros instrumentos. Lo que sí hayamos son las fundaciones de estas multinacionales, que son consideradas ONG por las distintas administraciones.

El caso más conocido en el 2011 fue el de los 150.000 euros que recibió la Fundación Repsol YPF-Ecuador a través de una línea de subvenciones de la AECID; pero hay otros tres casos que también llaman la atención por la importancia y tamaño de la empresa, aunque hayan pasado mucho más desapercibidos: la Fundación SM, la Fundación Barceló y la Fundación Real Madrid.

Viendo los proyectos de estas fundaciones se reafirma la idea general de que la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es sólo una estrategia de marketing. Dos de los tres proyectos analizados utilizan elementos de la imagen de la empresa como el centro de la actividad. El otro caso, el de la Fundación Barceló, a priori no lo hace, aunque no se ha podido encontrar más información del proyecto que la que proporciona la propia Fundación. Es el caso más curioso, por la baja cuantía de la subvención y por la imagen que quieren transmitir en su memoria de actuar como una ONG más. Sin embargo, los tres utilizan el nombre de las entidades públicas cofinanciadoras y sus logos, lo que indica que probablemente quieran utilizar a estas entidades para legitimar sus acciones y de paso los intereses de la propia empresa. Porque no solamente se pueden obtener beneficios económicos directos o publicidad a través de estas acciones. Bajo el paraguas de los proyectos de solidaridad se pueden esconder otros intereses como influencias políticas, enaltecimiento del valor de la marca o alineamientos con determinadas políticas económicas. Es decir, el recibir dinero público a través de una convocatoria, aunque sea por cantidades muy pequeñas en comparación con los fondos que mueven, puede traer aparejados múltiples beneficios para las empresas y para los partidos políticos o administraciones que las promocionan.

Fundación SM: “Escribir para leer, escribir para vivir”

La Fundación SM se encarga de vehicular la RSC del grupo editorial SM. En 2012 este grupo facturó 282 millones de euros y su Fundación invirtió 2,6 millones [2]. El grupo SM, fundado por religiosos marianistas y cuyas siglas significan Santa María, se dedica fundamentalmente a la edición de libros de texto y de literatura infantil. De hecho, es una de las principales editoriales en este sector, tanto en España como en otros ocho países de habla hispana. Desde esta editorial hacen un negocio redondo todos los inicios de curso escolar. Tienen un enorme poder al marcar ideológicamente los contenidos que estudia un gran número de niñas y niños, contenido no siempre alineado con la visión de la educación para el desarrollo [3].

En el año 2011, SM recibió 41.850 euros del gobierno de La Rioja para realizar un proyecto de promoción de la lectura en tres países sudamericanos: Chile, Argentina y Perú. El grupo editorial tiene filiales de la empresa en esos tres países. Según publica el Gobierno riojano en su web de cooperación al desarrollo, este proyecto está considerado como “ayuda directa”. Al contrario de lo que se entiende generalmente por ayuda directa, en este caso parece que se refiere a que han llegado a un acuerdo, puede que a través de un convenio o algún instrumento similar, para cofinanciar el proyecto propuesto por SM. En cualquier caso, no parece ser una convocatoria pública.

Esta financiación se mantuvo entre los años 2009 y 2011, aunque puede que exista alguna relación en la actualidad ya que siguen utilizando el logo de la Presidencia del Gobierno de la Rioja. El proyecto ha recibido de fondos públicos un total de 136.850 euros.

Esta acción tiene por título “Escribir para leer, escribir para vivir” y se puede ver su desarrollo a través de El Club Telémaco, creado gracias a una colaboración de la Fundación SM con la Universidad Complutense de Madrid. El proyecto pretende iniciar en la lectura a niñas, niños y adolescentes a través de una serie de actividades que giran en torno a uno o varios libros que son propuestos cada año por los organizadores o, lo que es lo mismo, la Fundación SM. Todos los libros propuestos están editados por SM y se reparten entre los distintos colegios participantes. Dependiendo de si la actividad se desarrolla en Argentina, Chile o Perú, los libros utilizados son de cada una de sus filiales. Esas actividades incluyen la participación de los autores de los libros en coloquios con los chavales, de manera que tienen una cierta repercusión mediática local. A mi entender, además de las críticas generales que se pueden hacer al hecho de que una corporación transnacional, a pesar de ser a través de su Fundación, reciba fondos públicos para realizar una acción de cooperación, el principal problema es que se está promocionando descaradamente a la editorial al organizar actividades alrededor de las últimas novedades. Desde luego, parece que hay una relación clara entre el proyecto y los intereses de acceder a nuevos nichos de mercado para la compañía.

Fundación Barceló: “Estudios Multiétnicos”

Otro caso que llama la atención es el de la Fundación Barceló, del Grupo Barceló, transnacional de hoteles y viajes que tuvo una facturación de 1.547 millones de euros en 2012 y su Fundación manejó en activos algo más de 23 millones [4] para el año 2011. Barceló ha sido muy criticada e incluso denunciada como multinacional hotelera por tener participaciones en sociedades radicadas en paraísos fiscales, especulación de todo tipo a través de inversores financieros y constructores internacionales, política insostenible del turismo a gran escala o atentar contra la libertad sindical [5].

A diferencia de otras, la Fundación Barceló está bastante orientada hacia la cooperación al desarrollo, con proyectos centrados fundamentalmente en Latinoamérica y África.

En el año 2011 esta Fundación recibió una subvención por valor de 4.250 euros para la realización de un proyecto de apoyo escolar en Argentina en el que, según describen ellos mismos, “una cooperante da clases de refuerzo a menores en riesgo de exclusión social”. Este proyecto se inició en el 2006 y desde ese mismo año fue recibiendo subvenciones de la Comunidad Balear, en total 21.000 euros. En este caso, el tipo de subvención, según indica la Agencia de Cooperación Balear, es una convocatoria de cooperantes, en la modalidad de cooperación técnica de profesionales baleares en países empobrecidos. En el año 2012 la agencia ya no ofertó esta modalidad, aunque el proyecto continúa financiado exclusivamente por la Fundación, lo cual indica que probablemente no necesitaran ese dinero público.

Es complicado entender cuáles son las motivaciones para que una fundación con medios económicos más que suficientes que pertenece a una empresa con muchísimos fondos, decida anualmente preparar una propuesta de proyecto, que imagino conllevará bastante esfuerzo, para recibir una subvención que le reporta una cantidad tan ínfima (apenas una pequeña parte del sueldo de una cooperante). La única explicación que encontramos es que sea por una cuestión de legitimación, al ser un grupo empresarial balear que pone, al lado de su proyecto, el nombre y el logo de la Agencia de Cooperación Balear.

Fundación Real Madrid: “Escuelas Sociodeportivas de Fútbol en Santo Domingo” y “Jornadas Deporte y Desarrollo”

El Real Madrid Club de Fútbol es otra de las entidades beneficiarias de fondos públicos, en este caso de subvenciones para realizar dos proyectos diferentes de cooperación en el 2011. En su memoria anual para dicho año se indica que el Real Madrid obtuvo unos ingresos de explotación de 480 millones de euros, de los cuales más del 30 por ciento lo fueron por marketing. También indica que tiene una deuda financiera de 170 millones de euros, aunque, desde distintos medios de comunicación han dado otras cifras, pudiendo alcanzar esa deuda los 550 millones de euros. Además, la equipación oficial del Real Madrid está fabricada por Adidas y en ningún lugar se explica cómo es el sistema de producción de dicha ropa, si se hace en condiciones laborales dignas y de respeto al medioambiente o, por el contrario, sigue todos los tópicos de fabricación de las grandes multinacionales de ropa deportiva. No es una cuestión baladí, puesto que el Real Madrid obtiene una parte muy importante de sus ingresos de la venta de todos estos productos.

De los tres casos planteados, en éste es en el que más se aprecia la vinculación entre la empresa y su Fundación. Ésta tiene en su patronato a la misma gente que forma parte de la directiva del Real Madrid e incluso comparten presidente y página web [6], con la iconografía madridista presente de manera permanente tanto en las memorias como en las noticias de su Fundación, hasta el punto de que llaman a su gala anual “la champions de la solidaridad”. Todas las imágenes de la memoria son de Florentino Pérez o de niñas y niños de todas partes del mundo con el uniforme del equipo.

El primero de los proyectos subvencionados son unas jornadas tituladas “Deporte y Desarrollo”, cofinanciadas con 30.000 euros por la AECID a través de una convocatoria abierta y permanente. En su memoria de actividades, sitúan este evento entre un mercadillo y un torneo de golf solidario (para hacernos una idea del tipo de eventos que organizan englobados en la categoría de “solidaridad”). En las jornadas participaron representantes de Endesa, Banco Santander, Sanitas, Mapfre y otras multinacionales.

El segundo proyecto, “Escuelas Sociodeportivas de Fútbol en Santo Domingo”, también está financiado por la AECID, pero no hay constancia de si es en el marco de algún convenio específico con el Real Madrid, a pesar de que la Agencia mantiene desde el año 2008 convenios de colaboración con esta Fundación para la realización de escuelas sociodeportivas, fundamentalmente en países africanos. El importe total de la subvención para la creación de dos escuelas de este tipo alcanza los 82.500 euros. El proyecto se realiza en colaboración con las misiones salesianas y dan a entender que, de hecho, utilizan instalaciones de dos de sus escuelas en Santo Domingo como centros deportivos.

Parece una obsesión por parte de la Fundación Real Madri el abrir este tipo de escuelas por todo el mundo ya que tienen cientos de ellas por España, el resto de Europa, África, América Latina, Estados Unidos, Oriente Medio… Se presentan como un proyecto sociocultural pero, a mi parecer, el límite entre el proyecto solidario y el entrenamiento de jóvenes para buscar cantera está demasiado borroso. Además pueden tener otro propósito. Todos llevan el equipamiento reglamentario (o al menos así aparecen en las fotografías), de manera que son una publicidad constante del Real Madrid en esos lugares, proyectando una serie de valores presuntamente solidarios sobre una marca comercial.

Los expuestos son sólo tres de los muchos ejemplos que se pueden identificar en un contexto donde la promoción de la Marca España y, con ella de “nuestras” empresas, es abiertamente el enfoque oficial de la cooperación al desarrollo. Los valores de solidaridad, por no hablar de los de corresponsabilidad, parecen haberse diluido en un marco empresarial cada vez más fortalecido.


Elisa Pintado Maroto es investigadora FPU-UVa en el Observatorio de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Universidad de Valladolid (OCUVA).

- Artículo publicado en el número 59 de Pueblos – Revista de Información y Debate, especial cooperación, noviembre de 2013.

Ver en línea : Pueblos, nº 59, noviembre de 2013.


Notas

[1Página web de la Marca España: www.marcaespana.es

[2Página web del Grupo SM: www.grupo-sm.com/sm/cifras

[3OCUVA, Educación para el desarrollo en Castilla y León: cómo vemos el mundo, 2012; en Ecologistas en Acción (2007): Educación y ecología: el currículum oculto antiecológico de los libros de texto, Popular, Madrid.

[4Información obtenida de la web del Grupo Barceló: www.barcelo.com

[5Documentos e informes de Acción por un Turismo Responsable: www.turismo-responsable.org

[6Web del Real Madrid y de su Fundación: www.realmadrid.com


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