Construyendo agendas alternativas

Todo está en revisión, valores, principios, estructuras, políticas y estrategias; todo puede y debe replantearse; todo puede y debe analizarse críticamente ante los nuevos retos que nos presenta la crisis, y ante los cuales no nos podemos quedar impasibles. Debemos encontrar respuestas nuevas para las también nuevas preguntas. En esta misma lógica, la cooperación internacional, tal y como la hemos conocido en las últimas décadas, puede y debe ser revisada.

Especialmente en su caso, dado que se trata de una política pública que toma como referencia enfoques y valores emancipatorios como el desarrollo humano, la sostenibilidad, los derechos humanos, la igualdad, etcétera. Por lo tanto, es un ejercicio necesario y natural analizar si efectivamente ha estado y está sirviendo a los objetivos que dice perseguir; si ha estado y está acompañando procesos de emancipación; si se ha aliado y se está aliando con los sujetos estratégicos de cara a generar lógicas de superación de la crisis actual.

Sabemos que los vientos no corren a nuestro favor; sabemos que la inercia es fuerte; sabemos que los debates actuales no se sitúan en perspectivas integrales de análisis; sabemos que la cooperación internacional es a día de hoy un sector especialmente vulnerable, lo sabemos. Pero también sabemos que la cooperación internacional puede jugar un papel en la lucha por la superación de la crisis civilizatoria; sabemos que nos encontramos en un momento de bifurcación, donde lo que no era posible ahora puede ser, también para la cooperación; y creemos, porque la hemos vivido, que ésta puede ser una herramienta de emancipación, si tenemos la valentía, la osadía, la ambición y la voluntad de darle un vuelco radical.

Otra cooperación es posible, otro desarrollo es posible, otra vida es posible.