¿Responsabilidad de las empresas?

A partir de la primera idea de lo que debía ser la RSC, se produjo un intenso debate académico acerca de si debería existir una responsabilidad social empresarial y sobre cuál tendría que ser el papel de los gobiernos al respecto.

En los años setenta, algunos economistas veían la necesidad de que la RSC fuera asumida de forma voluntaria por las corporaciones, mientras otros opinaban que el bienestar social es un asunto que no compete a las empresas sino a los gobiernos. «¿Qué quiere decir que los negocios tienen responsabilidades?», se preguntaba Milton Friedman: «Solamente las personas pueden tener responsabilidades. Una empresa es una persona artificial y en este sentido podría tener responsabilidades artificiales, pero los negocios en su conjunto no se puede afirmar que tengan responsabilidades, incluso en un sentido difuso». En su libro Capitalismo y libertad (1970), el economista más influyente del pensamiento neoliberal llegaba a decir que, «en una sociedad libre», la RSC es «una doctrina fundamentalmente subversiva».

En aquellos momentos, precisamente estaba teniendo lugar la discusión sobre la firma de unas normas internacionales que regulasen las operaciones de las empresas transnacionales. Y es que, entonces, ya empezaban a hacerse muy notorias las críticas a las grandes empresas: otro Rockefeller, el nieto del magnate petrolero y presidente del Chase Manhattan Bank, afirmó a principios de los setenta que «el empresariado americano está enfrentando la más severa oposición desde la década de 1930. Estamos siendo atacados por humillar a los trabajadores, engañar a los consumidores, destruir el medio ambiente y desilusionar a las generaciones jóvenes».