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“Algunos hijos del exilio español sólo piensan en el dinero”

Entrevista a Cristina Barros, activista contra la Supervía de OHL (México)

Martes 15 de noviembre de 2011

Su decidido apoyo, como vecina cercana de La Malinche, a la lucha contra la autopista de peaje que quiere construir OHL en la delegación Magdalena Contreras ha hecho que Cristina Barros cuestione muy a fondo el papel de ciertos descendientes del exilio republicano que hoy en día trabajan a favor de los intereses de la monarquía española.

Cristina Barros, historiadora de la gastronomía mexicana, es la reconocida hija de Javier Barros Sierra, uno de los más ilustres rectores de la UNAM, la principal universidad del país, que durante el conflicto estudiantil de 1968 se enfrentó al todopoderoso presidente Gustavo Díaz Ordaz, responsable de la matanza de la plaza de las tres culturas. Heredera de una tradición nacionalista y revolucionaria, Cristina Barrios fue alumna del Colegio Madrid la principal escuela del exilio republicano. Cristina se formó después en la Facultad de Letras de la UNAM bajo el magisterio de destacados intelectuales de la diáspora, entre los que Luis Rius o Arturo Souto. Su admiración por la república española la llevó a dirigir durante la década de los ochenta el propio Colegio Madrid, referente moral de los hijos del exilio español.

Pero su decidido apoyo, como vecina cercana de La Malinche, a la lucha contra la autopista de peaje que quiere construir OHL en la delegación Magdalena Contreras ha hecho que Cristina Barros cuestione muy a fondo el papel de ciertos descendientes del exilio republicano que hoy en día trabajan a favor de los intereses de la monarquía española.

En especial, José Andrés de Oteyza, presidente de OHL México, hijo de socialistas vascos, ex-ministro de industria con el presidente López Portillo (1977-1982) y un hombre-puente entre la cleptocracia mexicana y la rancia oligarquía española que representa Juan Miguel Villar Mir, ingeniero de caminos, tecnócrata del franquismo y primer ministro de hacienda del régimen juancarlista, un Borbón que Villar Mir protegió financieramente en su juventud y que el rey de España convirtió en marqués hace apenas unos meses. Oteyza, hijo de socialistas vascos y secretario de industria con el presidente López Portillo (1977-1982), “se ha erigido en un lobista transnacional”. Cristina Barros acusa con todas las de la ley: “Como presidente de OHL México, las concesiones al holding de Villar Mir no paran de crecer”. Siguiendo un mecanismo que explica, indignada, Cristina Barros:

“La adjudicación de la obra de la Supervía Poniente fue directa con un esquema cada vez más popular entre empresarios y gobierno. Un contrato donde la empresa no pierde nunca. El título de concesión de la Supervía es una caja de Pandora: el gobierno debe arreglarle a la empresa todo tipo de permisos, incluido medioambientales, OHL puede construir las entradas y salidas que quiera. Pero hay más: la concesión es a treinta años pero si a los treinta años OHL no ha recuperado el beneficio previsto, se amplía la concesión y si OHL ve que no gana lo suficiente también puede cancelar la concesión y la empresa obtiene el llamado rescate carretero, es decir se le paga todos los beneficios pactados más los intereses acumulados. El negocio redondo. Construyan o no la Supervía, ellos salen ganando. Si ahora pararan las obras, el gobierno ya los debería, con un 6% de tramo construido, unos 1000 millones de pesos, un 59 millones de euros al cambio actual.

¿No ponen un solo euro?

El gobierno les da el derecho de vía, y sobre este derecho de vía piden un crédito a BBVA y Grupo Santander que pagan a partir de los beneficios del peaje. Es decir, no ponen dinero en ningún momento y endosan a la ciudad la futura quiebra del negocio mientras todos los beneficios van directo a España.

¿Y qué te parece que un hijo del exilio republicano sea el presidente de OHL México?

Yo me eduqué y fui directora de una institución fundada por el exilio, el Colegio Madrid, y allí viví una España diferente, no invasora, llena de valores, y nuestros maestros eran gente que lo había arriesgado todo en defensa de unos principios. Para nosotros, ellos eran ejemplos de vida. Como los padres de muchos compañeros míos. Y cuál no fue mi sorpresa cuando me encuentro esta España voraz que Felipe González lanza sobre América Latina a principios de los noventa y por otro lado me encuentro que un hijo del exilio, José Andrés de Oteyza, preside OHL. Y hablamos también del ex-rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, que en la Comisión Reguladora de la Energía, deja entrar por la puerta de atrás muchas empresas españolas, o de Jaime Serra Puche, que firmó como ministro el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Son hijos de exiliados que no son coherentes con la actitud del resto de los descendientes que han agradecido la acogida de México creando una obra cultural y educativa de primera línea.

¿Y cómo analizas esta contradicción?

Pues finalmente el dinero corrompe a muchos. Todos ellos han formado parte del gobierno de México. Y aunque esta gente se crió con los mismos ideales que yo reniegan de ellos para aliarse con el gran capital en una época donde al parecer el único valor que cuenta es el dinero. Incluso el Colegio Madrid, para vergüenza de muchos, negoció con el gobierno neofranquista del Partido Popular para pasar a ser un escuela española en el extranjero y seguir el programa oficial de la península. Yo me retiré de la Junta del Madrid con una carta de denuncia. Porque a mí me enseñaron que la república y la monarquía son antagónicas. Prefiero que me digan fundamentalista que transigir con ciertas cosas.

Jorge Ramoneda
Publicado en Pateando Piedras, agosto de 2011.

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