Acumulación por desposesión

Los factores que hoy hacen que la minería sea un sector de extraordinaria rentabilidad para el capital transnacional —auge de los precios en el mercado global, mejoras de la maquinaria que reducen los costes de extracción, existencia de tratados bilaterales y multilaterales para la protección de las inversiones, mínima fiscalidad y ausencia de marcos regulatorios para el control de las multinacionales (González, 2011)— son análogos a los que hicieron que las grandes corporaciones hayan ido poniendo sus objetivos en los recursos naturales, los servicios públicos, la especulación inmobiliaria, los mercados de futuros de energía y alimentos, las patentes sobre la vida o el acaparamiento de tierras.

En el nuevo imperialismo, como dice David Harvey, «para mantener abiertas oportunidades rentables es tan importante el acceso a inputs más baratos como el acceso a nuevos mercados». Todo ello mientras impera lo que el geógrafo británico ha denominado “acumulación por desposesión”: «Durante las tres últimas décadas se ha acelerado el desplazamiento de poblaciones campesinas y la formación de un proletariado sin tierra en países como México y la India: muchos recursos que antes eran de propiedad comunal, como el agua, están siendo privatizados y sometidos a la lógica de la acumulación capitalista; desaparecen formas de producción y consumo alternativas; se privatizan industrias nacionalizadas; las granjas familiares se ven desplazadas por las grandes empresas agrícolas; y la esclavitud no ha desaparecido».