Fuerza de trabajo

La explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación del excedente generado —según Marx, dado que el salario, la expresión monetaria del valor del trabajo, no retribuye la totalidad de lo producido por el trabajador en su tiempo de trabajo, se produce una plusvalía de la que se apropian los dueños de las empresas— ha sido históricamente el principal mecanismo de producción de riqueza en el sistema capitalista.

Con el avance de la globalización económica y financiera ha ido profundizándose en fenómenos como la división internacional del trabajo, la deslocalización empresarial y la subcontratación laboral, dando lugar así a una explotación cada vez mayor de los trabajadores y trabajadoras. La eliminación de prestaciones sociales y derechos laborales, la pérdida de condiciones obtenidas mediante la presión sindical y la negociación colectiva, la extensión de la brecha salarial y el aumento de las desigualdades de género asociadas son algunas de las principales consecuencias de todo ello.