Evolución

Durante decenios las empresas transnacionales estuvieron centradas en la actividad productiva: la extracción y el comercio de materias primas (petróleo, gas, carbón, oro, cobre, etc.) y la fabricación y el comercio de productos industriales, sectores a los que se fueron agregando la prestación de servicios, las finanzas, la comunicación, la electrónica e informática, la biotecnología, etc.

El proceso de constitución de las grandes empresas transnacionales es el resultado de la concentración y acumulación de capital, que dio lugar a la formación de grandes oligopolios y monopolios cuya base financiera se consolidó desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX con la fusión del capital industrial y el capital bancario.

Con el surgimiento del capitalismo monopolista, que se consolida en la segunda mitad del siglo XX con la llamada revolución científica y técnica (electrónica, informática, etc.), cesa la relativa autonomía de las tres esferas (producción, circulación y realización), el capital financiero asume un papel hegemónico y desaparece la competencia como mecanismo autorregulador —o relativamente autorregulador— del mercado. Las empresas transnacionales pasan así a ser las estructuras básicas del sistema económico-financiero mundial y sustituyen al mercado “libre” como método de organización del comercio internacional.

Con todo ello, las compañías multinacionales han logrado alcanzar el control de los sectores estratégicos de la economía mundial, como la energía, las finanzas, las telecomunicaciones, la agricultura, las infraestructuras, el agua, los medios de comunicación, las industrias del armamento y de la alimentación.

 

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