Retribuciones

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La esencia del sistema capitalista es la búsqueda permanente de la ganancia. En el mundo de las empresas, obtener el mayor beneficio es la razón principal de existir, y ese beneficio se dirige en buena medida a la retribución de la alta dirección y los grandes accionistas. Las retribuciones pueden presentarse de manera diferente: salarios, bonos, stock options, primas de seguro, fondos de pensiones, etc. En general, la parte de la retribución variable es mucho más importante que la del salario fijo.

Las remuneraciones totales promedio de los principales dirigentes de empresas en Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos (Eurotop 100) muestran que el salario fijo de un alto dirigente generalmente ocupa una parte minoritaria de sus ingresos, en tanto que las remuneraciones variables son cada vez más importantes. En Francia, R. Unido, Suiza y EE.UU. las acciones y stock options llegan a multiplicar por cinco el salario.

Sirva como ejemplo el caso de Steve O’Neal, presidente del consejo que condujo a la quiebra al banco de inversiones Merrill Lynch: su salario fijo es de 700.000 dólares; en bonos gana 141,1 millones de dólares; en stock options 7,5 millones; su bono de partida es de 161 millones de dólares; por último, su salario está asegurado tras su partida durante cinco años por un valor de 51,2 millones.

Beneficios empresariales

Las empresas multinacionales multiplicaron sus beneficios en forma exponencial hasta 2007 —antes del estallido de la crisis financiera de las hipotecas subprime— y los obtuvieron mayoritariamente en países diferentes al que alberga su sede matriz. Por ejemplo, en 2001, el 32% de los ingresos de las 500 primeras sociedades estadounidenses que integran el índice Standard & Poor’s provenían del exterior; en 2008, esa proporción ascendió al 48%. Las firmas españolas que forman el Ibex-35 no se quedaron atrás: si en 2003 el 65% de sus ventas se generaba en el Estado español, en el año 2011 ese índice bajó al 40%. Transnacionales como Telefónica obtuvieron en 2011 unos beneficios récord en América Latina mientras sus empresas en España retrocedieron en sus ganancias más del 60%. En Francia, las empresas que integran el índice bursátil CAC 40 han obtenido beneficios multimillonarios pese a la crisis: entre 2008 y 2011, los dividendos generados para sus accionistas por las cuarenta empresas de ese selecto club ascendieron a 150.000 millones de euros.

Si bien la crisis ha afectado a algunas multinacionales, particularmente en el sistema financiero, otras como las “cinco grandes” petroleras —Exxon, Shell, BP, Chevron y Total— vieron dispararse sus beneficios desde los 115.000 millones de dólares en 2006 hasta los 124.000 millones en 2011, apoyadas en el alza del precio del barril del petróleo.

El reparto del pastel

¿Dónde van a parar esos beneficios? El dividendo es la retribución anual a los accionistas y su pago se hace en base en las ganancias obtenidas y según el tipo y el número de acciones que se posea. Dentro de las distintas categorías de acción las más conocidas son las “preferenciales”, que otorgan derecho al voto o bien pueden cotizarse en el mercado internacional. Otro ejemplo son las acciones “restringidas”, como las que recibió el nuevo presidente director de Apple, Tim Cook: se trata de un millón de acciones restringidas condicionadas a su permanencia en la empresa, por lo que sólo podrá hacer efectivas la mitad en 2016 y el resto en 2021. Muchos altos dirigentes reciben acciones o “primas” condicionadas por un “pacto de no competencia” en caso de ruptura de contrato; la empresa asegura así, durante un período de unos años, que un competidor no podrá usar sus conocimientos. Pierre-Henri Gourgeon, presidente de Air France-KLM, se benefició de 400.000 euros por ese concepto.

Los bonos son otra de las maneras que las empresas usan para distribuir parte de sus beneficios a la alta dirección. Empero, la desregulación financiera y las políticas estatales favorables a los intereses del gran capital han permitido que cargos directivos de grandes empresas —sobre todo, bancos— distribuyan bonos multimillonarios aún cuando la empresa registra pérdidas. El caso más conocido es el del banco Lehman Brothers, que en 2008, pese a estar quebrado, repartió alrededor de 20 millones de dólares a tres ejecutivos, mientras su director se embolsó 300 millones de dólares. Ese mismo año, Merrill Lynch registró pérdidas colosales, pero aún así el banco distribuyó 3.600 millones de dólares en bonos a sus empleados, antes de ser comprado por Bank of America. La distribución de bonos hace tiempo que se generalizó al resto del mundo empresarial, e incluso los gobiernos no dudan en usarla como herramienta clientelista, como “premio a los mejores elementos” (bonos de actuación) sin necesidad de rendir cuentas a nadie.

Los repetidos escándalos provocados por el interés de asegurarse una jubilación dorada por parte de muchos empresarios, pese a su responsabilidad en el estallido de la crisis financiera, han conducido a varios dirigentes políticos a señalar esas prácticas como “peligrosas” para el sistema: Christine Lagarde, actual directora del FMI, siendo ministra de Economía en Francia (2009) se refirió a la cultura de los bonos garantizados como una «vergüenza absoluta». El G-20 tampoco se ha quedado atrás en términos declarativos, aunque ese tipo de práctica sigue más viva que nunca.

Apoyadas en la poca regulación que existe sobre las remuneraciones y el peso dominante que tienen los consejos de administración —en lugar de la junta de accionistas—, muchos altos dirigentes se benefician de los “contratos blindados”. Son acuerdos sobre remuneraciones en caso de despido que pueden incluir planes de ahorro a largo plazo, primas de seguro de vida y retribuciones en especie. En 2011, se registraron en España 250 casos de altos dirigentes que tienen cláusulas de garantía o blindaje de sus ingresos.

La ausencia de toda legislación internacional obligatoria que, al menos, modere el uso de ese tipo de prácticas deja casi desarmados a los estados. Algunos se conforman con imponer algún impuesto adicional por la percepción de estas retribuciones, o simplemente cierran los ojos. Por su posición dominante en los MERCADOS internacionales, las empresas multinacionales recurren regularmente a ese tipo de prácticas, aún cuando en diversos casos los “premiados” son responsables de filiales que violan derechos humanos y sociales en los países donde están instaladas, especialmente en los casos de empresas mineras y petroleras.

 


BIBLIOGRAFÍA:

  • BELL, B. Y VAN REENEN, J. (2010): Bankers’ Pay and Extreme Wage Inequality in the UK, Center for Economic Perfomance.
  • BOOTLE, R. (2009): The Trouble With Markets: Saving Capitalism from Itself, Nicholas Brealey Publishing.
  • CODELUCK, S. Y ESCANDE, P. (2008): Les Pirates du Capitalisme, Albain Michel, París.
  • ROCHE, M. (2011): Le capitalisme hors la loi, Albin Michel, París.